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Cuando en 2015 me diagnosticaron un cáncer de mama, mi vida dio un cambio radical. No solo por el shock que supone saber que te enfrentas a una enfermedad grave sino porque después de unos momentos de gran estrés, incertidumbre y asimilación, decidí afrontar mi enfermedad como una oportunidad para cambiar cosas de mi vida que podía mejorar, por ello invertí en mi bienestar, introduciendo unos hábitos de vida más sanos, como una alimentación saludable y sobre todo la práctica deportiva. Ahí es cuando el mundo del running entró en mi vida para quedarse.
Yo no había practicado deporte de manera habitual antes y empezar a correr no sólo me ayudaba a sobrellevar mejor los tratamientos tan agresivos durante la enfermedad, sino que una vez la hube superado, ya se había convertido en una rutina de mi vida diaria.
Correr era una válvula de escape y una manera de volver a sentir que todavía quedaban muchas emociones por vivir. La vida es como una carrera, un regalo maravilloso que tenemos que gestionar afrontando todos los obstáculos pero con la recompensa final de haber superado los retos que a menudo se nos imponen.

La primera carrera que hice fue la Carrera de la Mujer en 2016. En ese momento todavía me encontraba en tratamiento contra el cáncer y no tenía mucha esperanza de cruzar la meta. Fueron unos kilómetros muy duros en los que tuve que alternar correr con andar y la idea de tirar la toalla ahí presente y tentándome a cada paso. Finalmente la adrenalina de estar rodeada de mujeres, cada una con un motivo para dar cada zancada, fue como un determinante para llegar a línea de meta con lágrimas en los ojos y una sensación que nunca había vivido hasta entonces.
Llegaron otras carreras y otras distancias y en 2018 me vi corriendo mi primera media maratón. Solo alguien que tiene el gusanito de correr sabe lo indescriptible que es el momento de recibir tu primera medalla.
Me gustaría animar a muchas mujeres a salir a correr, a superar sus barreras. A saberse poderosas y dueñas de sus metas y que sólo ellas deciden hasta donde quieren llegar. Que cada zancada que dan es un triunfo sobre sí mismas pues muchas veces somos las más exigentes con nosotras mismas.
Culturalmente a las mujeres nos cuesta más decidirnos a participar en carreras. El panorama está cambiando y ya son muchos los colectivos femeninos que promueven la afluencia femenina en carreras importantes. A veces convocando carreras de participación exclusiva para mujeres, lo que suscita cada año algún tipo de controversia. Yo defiendo este tipo de iniciativas porque creo que sirven como excusa para que muchas mujeres, acompañadas por amigas, hermanas, etc. salgan a correr de una forma distendida y casi lúdica. Si con ello se consigue que se animen a seguir participando y se reúnan para correr o en grupos de entrenamiento, bienvenidas sean todas ellas.

Hay diferentes plataformas en RRSS que convocan entrenamientos exclusivos para mujeres en los que se parte desde un nivel básico y que sirven de mucha ayuda para que cada entreno sea un éxito y haga que esperemos el siguiente con impaciencia. También hay diferentes clubes de corredores y corredoras que potencian esa afición y es una opción muy interesante unirte a alguno de los que estén cerca de tu zona. Yo tengo la suerte de pertenecer al Club Mapoma en el que desde la primera acogida entre los #MapomaRunners, te sientes integrado y parte de una gran familia.

Desde la organización de carreras tan importantes como la Behobia-San Sebastián o la carrera 10KFem de Valencia, de la que soy embajadora, se pretende precisamente eso, llegar a alcanzar un nivel bueno de corredoras populares que les guste correr y que además busquen sacar su mejor versión.

Este año me estoy preparando para correr mi primer maratón con la iniciativa #CorreresdeValientes de Campofrío y aunque la situación de las carreras populares ahora mismo es incierta por la pandemia del COVID19, la ilusión y la motivación siguen igual que aquella vez que me preparaba para esos 5k. Todavía no sé el destino pero lo que sí sé es que lo disfrutaré a tope, una vez más.

Os animo a todas las que me estáis leyendo a poneros las zapas y que salgáis a correr, al principio serán apenas unos metros pero con constancia y muchas ganas llegaréis donde os propongáis.
Por muchos kilómetros de vida para todas y recordad siempre que juntas somos más fuertes.
Emocionante historia, cargada de sentimiento, fuerza y lucha; muchísimas gracias Gemma por compartirla con nosotras.
Y no podemos estar más de acuerdo en tu análisis sobre las carreras para mujeres, ¡un beso enorme campeona!
PÓDCAST: María Matilla, la sonrisa en handbike de las carreras populares
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