Es imposible no notarlo: una pequeña tirita elegante se ha convertido en un elemento habitual en la nariz de muchos corredores, desde aficionados que entrenan al amanecer hasta profesionales en competición. Las tiras nasales externas, originalmente diseñadas para intentar aliviar la congestión nasal nocturna, han dado el salto al mundo del deporte (de nuevo) con la promesa de respirar mejor y rendir más. ¿Cómo no caer en la tentación? Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta promesa? ¿Mejorar el flujo de aire nasal puede traducirse en más velocidad, más oxígeno y, en definitiva, mejor rendimiento?
Lo curioso es que esta no es la primera vez que las tiras nasales se abren paso (nunca mejor dicho) en el mundo del deporte. Su primera irrupción mediática fue a mediados de los años 90, cuando jugadores de la NFL como Jerry Rice comenzaron a usarlas en partidos televisados. La imagen de atletas de élite con una tira cruzando la nariz se volvió también habitual en España. Figuras destacadas de aquel tiempo, como Abel Antón, campeón del maratón de Atenas en 1997 y de Londres en 1998, también las utilizaban en competición antes de abandonarlas poco después. La empresa fabricante original, Breathe Right®, multiplicó sus ventas por millones en pocos meses. Sin embargo, la fiebre duró poco.

¿Cómo funcionan?
Los dilatadores nasales externos, conocidos comúnmente como “tiritas o tiras nasales”, son dispositivos adhesivos con una estructura semirrígida que se coloca sobre la nariz, en la zona más distal. Al adherirse a la piel, tiran suavemente hacia afuera de las paredes nasales, especialmente en la zona de la válvula nasal (la parte más estrecha de nuestras vías respiratorias superiores), que es el factor limitante más importante a la entrada de aire en la nariz. Esta zona, al ser una estructura cartilaginosa, es susceptible a la acción de tracción que realizan las tiras. El objetivo es claro: aumentar el área por donde entra el aire y reducir la resistencia al flujo. Desde el punto de vista físico, parece lógico: si entra más aire, el cuerpo debería funcionar mejor, ¿no?
¿Y qué dice la ciencia?
En el año 2021, un grupo de investigadores liderado por el Dr. Ricardo Dinardi publicó el estudio más completo hasta la fecha sobre tiras nasales y deporte: un metaanálisis (es decir, un estudio que agrupa y analiza los resultados de muchas investigaciones anteriores para obtener conclusiones más sólidas). Esta revisión, publicada en la revista científica European Archives of Oto-Rhino-Laryngology, recopiló los datos de los 19 estudios más relevantes (de un total de 624) realizados en los últimos años, con una muestra total de centenares de pacientes (corredores, adolescentes, triatletas, ciclistas).
¿Qué buscaban exactamente?
El objetivo era comprobar si el uso de las tiras nasales externas tenía algún efecto medible en el rendimiento físico, especialmente en tres aspectos clave:
- VO₂ máx. (consumo máximo de oxígeno). Este parámetro mide la cantidad máxima de oxígeno que una persona puede utilizar durante el ejercicio. Cuanto más alto es, mejor es la capacidad aeróbica del deportista.
- Frecuencia cardiaca durante el esfuerzo. Se analiza si el corazón necesita trabajar menos para realizar el mismo ejercicio, lo que indicaría mayor eficiencia.
- Percepción de esfuerzo (RPE). Es una escala subjetiva que indica cómo de duro se siente el ejercicio. Aunque es algo que cada persona valora de forma personal, es muy importante en deportes de resistencia.
Después de revisar todos los datos combinados de esos estudios, los autores llegaron a las siguientes conclusiones:
- El uso de tiras nasales no produjo una mejora significativa en ninguno de los tres parámetros evaluados.
- El VO₂ máx. mejoró levemente en algunos estudios individuales, pero al sumar todos los datos, la diferencia no fue estadísticamente significativa.
- La frecuencia cardiaca fue prácticamente igual entre quienes usaban la tira y quienes no.
- En cuanto a la percepción del esfuerzo, el resultado fue similar: no se detectaron cambios relevantes estadísticamente significativos.
Es decir, los resultados parecen desalentadores para aquellos que confían en su uso habitual para mejorar su rendimiento al correr, así que toca seguir haciendo series, cuestas y disfrutando cada kilómetro que sufrimos para mejorar el VO₂ máx.
Rinometría acústica y rinomanometría: cuando la nariz entra en el terreno científico
Estudios realizados con avanzadas técnicas médicas como la rinometría acústica (técnica que mide las dimensiones internas de la nariz usando ondas sonoras) y la rinomanometría (que mide el volumen de aire objetivo que entra y sale de la nariz teniendo la boca cerrada) han mostrado que las tiras:
- Aumentan significativamente el área mínima de la válvula nasal (que, recordemos, es la zona de mayor resistencia al paso del aire).
- Disminuyen la resistencia nasal total.
- Mejoran el flujo inspiratorio nasal máximo, que expresa la cantidad máxima de aire que puede entrar en la nariz en una inspiración forzada.
En otras palabras: se respira más volumen de aire por la nariz. El problema es que, durante el ejercicio intenso, la mayoría de los atletas recurren a la ventilación oral, y esa mejora nasal queda en segundo plano fisiológico. El motivo principal tiene que ver con la fisiología del ejercicio. Cuando empezamos a correr o hacer ejercicio ligero, respiramos principalmente por la nariz. Pero a medida que aumenta la intensidad del esfuerzo, el cuerpo recurre a la boca como vía principal para tomar aire, porque permite una entrada mucho mayor de oxígeno. Así que, aunque la tira nasal sí mejora la entrada de aire por la nariz, en la mayoría de actividades deportivas de intensidad moderada o alta, ese beneficio queda neutralizado, dado que el aire entra por donde menos resistencia encuentra, y eso suele ser la boca. Por tanto, aunque la tira “abra” las fosas nasales, eso no se traduce en una mejora real del rendimiento cuando el cuerpo está en plena carrera o competición.
Cuando un corredor cree que respira mejor, probablemente corra más relajado. Y eso, aunque no lo midan los sensores, puede marcar la diferencia en una competición.
El poder del placebo
Pero la historia no acaba en los números. Hay algo que la ciencia ha comenzado a explorar más a fondo: el efecto psicológico de las tiras nasales. Un estudio piloto realizado en adolescentes deportistas, publicado en 2019, encontró que los atletas sentían menos fatiga al usar un dilatador nasal interno, aunque los valores objetivos no cambiaban. Y no es poca cosa: en deportes de resistencia, donde cada segundo y cada respiración cuentan, sentir que puedes más… a veces basta. El efecto placebo es poderoso. En palabras del Dr. Ricardo Dinardi: “Cuando un corredor cree que respira mejor, probablemente corra más relajado. Y eso, aunque no lo midan los sensores, puede marcar la diferencia en una competición”.
¿Moda o herramienta?
Los corredores somos criaturas de costumbre. Lo que funciona (o lo que parece que funciona) se adopta rápido. Algunos lo hacen por congestión nasal leve. Otros, simplemente, porque sienten que rinden más. En un deporte donde la mente juega tanto como las piernas, un pequeño parche que ofrece la sensación de libertad puede ser justo lo que el atleta necesita para rendir mejor.
¿Vale la pena?
Si eres un corredor con congestión nasal o rinitis las tiras pueden ayudarte a respirar mejor y mejorar tu comodidad, principalmente en reposo o ejercicio leve. Si eres un atleta sano que busca mejorar su rendimiento físico medido no hay evidencia sólida que respalde un beneficio real en mejorar la VO₂ máx. o la frecuencia cardiaca. Pero, si crees en ellas y te hacen sentir más cómodo y seguro, entonces tal vez sí debas utilizarlas, porque con el cerebro también se corre. ¿Las has probado? Cuéntanos tu experiencia en nuestras redes sociales. Tal vez la clave no esté en la nariz… sino en la cabeza.