A la vida, lo que le llena de sentido son los retos. De eso viven la mente y el corazón. Abel Anton, bicampeón mundial de maratón, tricampeón de España de los 5.000 y campeón de Europa de 10.000 metros lisos, 61 años y en plena forma como se puede comprobar con apenas un rápido vistazo, ha llegado a un punto de su vida que necesita eso. Los desafíos. El último, traspasaba todas las fronteras: correr una Titan Desert, la prueba de Mountain Bike que combina montaña, dunas y el desierto de Marruecos. Seis etapas y más de 7.000 metros de desnivel vagando por el desierto, durmiendo como nómadas en haimas y con jornadas de supervivencia máxima, sin ayuda externa en una de las etapas, manejándose tan solo con un GPS sin ningún track que le pueda guiar otro día. Aventura máxima. Y Abel se dejó liar.
Era por una buena causa: “Silvia González fundó un grupo que se llama ‘Ciclismo para todas’, para inspirar a las mujeres a andar en bici y le detectaron un cáncer linfático”. Silvia está inmersa en la recuperación y tratamiento de un trasplante de médula pero nada le ha frenado para venir al desierto y demostrar su fortaleza: “Ella estaba empeñada en correr la Titan Desert y con la enfermedad, aún más”, explica. “Me llamaron a ver si quería formar parte del equipo que la apadrina y acompaña y pensé que una vez en la vida, algo así se puede hacer, me pareció bonito”. Se ha convertido en el embajador del proyecto Aural Superación, que los patrocina.
“Me lo propusieron en noviembre y al principio compaginé la bici con correr”, cuenta. A partir de navidades, con las últimas carreras del calendario, ya se mentalizó del todo para guardar las zapatillas en el armario y subirse a los pedales. “Fui aumentando kilómetros y horas poco a poco. Lo máximo a lo que he llegado han sido unos 90 kilómetros, casi cinco horas”. Ahí es donde se ha dado cuenta de lo mucho que le apasiona ‘su’ deporte. “Es que cinco horas encima de la bici me aburro mucho. El ciclismo es muy duro”, señala. “Para correr, con una hora y media haces un buen entrenamiento, es como cuatro en bici”. Los días de lluvia aprovechaba a matar el gusanillo y salir a correr.
No es, de todos modos, nada nuevo esto de la bici para Anton. “Hace dos años hice un Duatlón y también La Indurain”, la marcha cicloturista del cinco veces campeón del Tour de Francia, que se celebra cada mes de julio en Pamplona. “Con tres meses de entrenos previos me bastó. Saqué una media de 30km/h”, señala.
Reconoce que, en este camino de preparación hacia el desierto, “me he dado caña para comprobar que soy capaz. El ciclismo es cuestión de físico, como el correr y espero no tener problemas. Creo que iré al 80% de mis capacidades acompañando a Silvia. Lo que quiero es disfrutarla, no ir a tope. Pasarlo bien, aunque igual en alguna bajada puede que me caiga”, cuenta. “Eso sí, las etapas se nos harán largas, de unas ocho horas encima de la bici y ahí se hará importante la hidratación constante por el calor que vamos a pasar. Y luego, a ver cómo llevo lo del color de culo, con tanto tiempo sobre el sillín y superando piedras”, cierra entre risas.