Galapagar, un viaje a la esencia de San Silvestre

El 31 de diciembre, a tan solo 30 kilómetros del centro de la capital

Disfruta del sabor de la tradición en la San Silvestre de Galapagar / Foto: Organización
Disfruta del sabor de la tradición en la San Silvestre de Galapagar / Foto: Organización

Con el corazón siempre a medio camino entre el atletismo y el deporte popular, hay varias premisas que pueden servir para resumir el alma de estos dos mundos tan cercanos. Por una parte, la certeza de que la búsqueda de la esencia de las carreras populares nos termina conduciendo de manera inexorable a su origen durante los años 80 como una herramienta para fomentar la práctica del deporte en los barrios de las grandes ciudades. Por otro lado, la consagrada idea dentro del atletismo que dice que allí donde hay un entrenador, hay atletas, lo cual lo podemos hacer extensivo también al hecho de que allí donde hay un buen profesor, hay buenos alumnos, e incluso a que allí dónde hay un gran gestor cultural o deportivo encontramos realidades sociales mucho más dinámicas.

Ambos principios, de nuevo a medio caballo entre el estadio olímpico y los parques donde cada día se siente la respiración de cientos de corredores anónimos, se encuentran íntimamente ligados al municipio madrileño de Galapagar, situado en las proximidades de la sierra de Guadarrama, a tan sólo 30 kilómetros del centro de la capital, y que puede presumir de tener la segunda San Silvestre más antigua de la Comunidad de Madrid.

Una carrera ya legendaria que este año cumple 45 años y cuya propia historia va unida a la de este pequeño pueblo que pasó de ser un lugar de veraneo de los madrileños a su posterior desarrollo que ha terminado de definir su configuración actual, primero a través de colonias residenciales y después mediante urbanizaciones de extrarradio.

La primera San Silvestre de Galapagar se corrió en 1978 y la organizó la Asociación de Padres de un centro educativo. A imagen y semejanza de la San Silvestre Vallecana y de la carrera original de Sao Paulo, la primera edición se disputó por la noche, antes de que después pasara a celebrarse por la mañana de cada 31 de diciembre”.

Auténtico catalizador deportivo del pueblo durante casi este medio siglo, sería imposible entender Galapagar y su San Silvestre sin la figura de su impulsor, Marcelo Escudero, profesor de educación física, director técnico del área municipal de deportes hasta su jubilación y figura clave en la historia del deporte galapagueño, que incluso da nombre al polideportivo municipal. Así como de otras figuras como Javier Galán que hacen de nexo con la historia ciclista que tradicionalmente ha marcado la vida de este pueblo serrano, como aquellos tiempos en los que los miembros de la peña ciclista Rompepiernas pasaban el invierno corriendo para entrenar y que posteriormente propiciaron la fundación del club de atletismo Cuestalapota.

La primera San Silvestre de Galapagar se corrió en 1978 y la organizó la Asociación de Padres de un centro educativo. A imagen y semejanza de la San Silvestre Vallecana y de la carrera original de Sao Paulo, la primera edición se disputó por la noche, antes de que después pasara a celebrarse por la mañana de cada 31 de diciembre”, relata el propio Marcelo Escudero, corredor de la primera edición y organizador de la prueba desde su segunda edición, al mismo tiempo que recuerda aquellos años en los que el pueblo no contaba con más de tres mil habitantes y aún podían verse las vacas por las calles que hoy están ya asfaltadas, pero que por aquel entonces eran caminos de tierra.

Al principio era un circuito de unos 7800 metros por el centro del pueblo, pero después fue subiendo hasta homologarse un recorrido de 10 kilómetros y llegar hasta La Navata. Desde entonces, la carrera ha cambiado muchísimo y ya no tiene nada que ver con todas las vicisitudes que pasábamos durante aquellos años en los que incluso tuvimos que estar con pico y pala quitando escombros del camino, pero si hay algo que continúa vigente es la enorme fiesta que supone para el pueblo y las características físicas que caracterizan a la prueba, con un circuito mixto de asfalto y caminos bastante duros que nos recuerdan al cross que tanto amamos”, continúa señalando el propio Marcelo Escudero al tiempo que recordamos aquellos orígenes de la propia San Silvestre Vallecana detrás de los cuales se encontraba la motivación de Antonio Sabugueiro para trasladar a las calles del centro de Madrid el ambiente que se creaba en los míticos y populares croses que se disputaban alrededor de la capital.

No en vano, frente a los actuales tiempos en los que todas las carreras parecen un producto estandarizado, la propia San Silvestre de Galapagar presume todavía orgullosa de sus orígenes, repletos de la mítica que queda de aquellas carreras organizadas de una forma tan artesanal con dorsales de Coca-Cola, listas de papel, la continua presencia de Tragamillas como una de las figuras más icónicas de las carreras populares madrileñas y de la sierra norte, las inscripciones en una mesa situada en la plaza hasta diez minutos antes de la salida y el trabajo de voluntarios y corredores dispuestos a disfrutar todo lo posible en un día tan especial como Nochevieja e incluso a correr por caminos nevados en los años de las navidades más frías.

Recuerdo aquellos años en los que todavía no había chips – añade Javier Galán -. Según el orden de llegada, los corredores íbamos haciendo una fila nada más pasar la línea de meta y tenías que esperar hasta que ibas avanzando y llegabas al juez que te arrancaba el dorsal del pecho y lo clavaba en un pincho para luego irlos sacando en ese mismo orden e ir elaborando la clasificación final. Han sido muchos años con muchísimas anécdotas y, al final, todo ese cariño de estas carreras pioneras y tan artesanales es algo que todavía puede sentirse en ellas, a pesar de que los tiempos hayan cambiado tanto. Y, sobre todo, porque en el pueblo sigue siendo una auténtica fiesta que todos vivimos como algo muy personal”.

Máxime, con esa idea de herramienta social para fomentar la actividad física y servir como elemento dinamizador con la que nació la prueba y que tanto simboliza todo el trabajo realizado por Marcelo Escudero en el pueblo durante tantos años y que hoy, 45 años después, sigue vigente en su San Silvestre, hasta el punto que, gracias al trabajo realizado por el club Cuestalapota y el grupo humano que se encarga de su organización, está apostando también muy fuerte por la integración de las personas con discapacidad.

El deporte es una magnífica herramienta de vertebración y de inclusión”, añade Abraham Marina Martín, miembro del club de atletismo encargado de la organización de la prueba y socio fundador de la empresa Dinamo Educación Deportes y Viajes a través de la cual se está trabajando por convertir esta carrera en un referente para las personas con discapacidad y donde una parte de todas las inscripciones irá destinado al deporte inclusivo.

Un pequeño club de atletismo de base que ha hecho del deporte infantil, la incorporación de las mujeres y el deporte inclusivo su bandera. Una renovada imagen de la carrera que recupera los tradicionales colores verde y dorado del municipio acompañados del lema “No lo pienses, corre”. Una localidad entregada a un evento deportivo que se celebra en el día de nochevieja. Un millar de corredores en plena fiesta. El ambiente de una de las carreras más antiguas de Madrid. Un recorrido a medio camino entre la montaña y la ciudad por lugares tan emblemáticos e históricos como los restos de la antigua calzada romana. Y la figura infinita de un viejo profesor capaz de cambiar la vida emocional de todo un pueblo y un grupo de soñadores convencidos de que los auténticos valores del deporte nunca pasarán de moda.

¿Por qué corremos? ¿Por qué seguimos empeñados en rendir homenaje a San Silvestre cada 31 de diciembre como auténtico patrón de los corredores populares?

Seguramente sea por celebrar el final de un año y el comienzo de otro haciendo aquello que nos hace tan felices. Seguramente sea por seguir sintiéndonos vivos. E incluso seguramente sea para demostrarnos que estamos dispuestos a que el sonido de la campana nos pille bailando y riendo.

Y para hacerlo, qué mejor que viajar durante la última mañana del año a este pequeño pueblo de la sierra de Madrid para continuar aferrados a la auténtica esencia de San Silvestre.

Tienes una cita con la historia en la preciosa San Silvestre de Galapagar
Tienes una cita con la historia en la preciosa San Silvestre de Galapagar  / Foto: Organización

 

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Una imagen del final de la San Silvestre de Sao Paulo | soycorredor.es

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