Correr es toda una fuente de salud. Dar el paso a ser corredores nos aporta un montón de cambios favorables en nuestro cuerpo en el proceso de adaptación que sufre nuestro organismo debido al ejercicio físico continuado que entra en nuestro modo de vida. Aunque no te lo imaginarás, tu sangre también sufre cambios cuando te conviertes en corredor habitual (algo que se considera a partir de correr dos veces por semana). Para saber cuáles son estos cambios hemos pedido la colaboración de uno de los mayores expertos de la material, tanto por su formación teórico como por la práctica (no en vano es un corredor de menos de tres horas en maratón). Así nos cuenta el Doctor José López Chicarro. Catedrático Fisiología del ejercicio de la Universidad Complutense de Madrid, cómo cambia la sangre de un corredor de fondo.
"El hecho más relevante que acontece en la sangre como adaptación al entrenamiento de carrera es el aumento del volumen plasmático (es decir, la parte liquida de la sangre que corresponde a agua en un 90%). Este puede aumentar hasta un 30% en relación a estados de preentrenamiento, debido a la retención de agua que sucede en respuesta al aumento de la reabsorción renal de sodio. Este incremento del volumen plasmático provoca un fenómeno de dilución de los glóbulos rojos circulantes (más líquido para igual número de elementos formes células), no siendo infrecuente observar valores de hematocrito (relación entre líquido plasmático y células rojas o hematíes] de menos del 40% en corredores de maratón, con concentraciones de hemoglobina de 14 g/l.
Esta adaptación (el hematocrito bajo) observada en corredores de resistencia aeróbica también se ha visto en otros mamíferos sometidos a entrenamiento aeróbico y tiene como objetivo hacer la sangre menos viscosa y por tanto más fácilmente transportable por el corazón. Ello permite una mejor oxigenación de los músculos activos durante la carrera.
El corredor suele tener un perfil lipídico de bajo riesgo cardiovascular, con lo que la incidencia de eventos coronarios es baja.
Otras importantes adaptaciones que se observan en la sangre como consecuencia del entrenamiento aeróbico hacen referencia a las concentraciones plasmáticas de los triglicéridos y del colesterol, provocando lo que se ha denominado un "perfil cardiosaludable". Los cambios más significativos se dan en descensos de los niveles de triglicéridos y lipoproteínas de baja densidad (LDL-C o "colesterol malo), junto con aumentos de las lipoproteínas de alta densidad (HDL-Co "colesterol bueno"). Debido a que estos cambios están ligados al entrenamiento de resistencia aeróbica, el corredor suele tener un perfil lipídico de bajo riesgo cardiovascular, con lo que la incidencia de eventos coronarios es baja.
El Dr. José López Chicharro es autor, junto a Domingo Sánchez, del libro "Fisiología y fitness para corredores populares", que podéis conseguir en la editorial Prowellness. www.prowellness.es