Tus pies son los agentes invisibles de cada entrenamiento. Y si no los cuidas, todo se tambalea. Fascitis, ampollas, uñas negras... Aquí te contamos cómo prevenir problemas y alargar la vida útil de tus zancadas. No nos engañemos: los pies son como los cimientos de un edificio. Están ahí abajo, soportando todo el peso, sin hacerse notar... hasta que algo cruje. Ampollas, fascitis plantar, uñas negras, metatarsalgias... Cuando tus pies dicen basta, se cae todo. Por eso, si quieres seguir corriendo muchos kilómetros (y muchos años), debes aprender a cuidar los pies al correr como si fueran de oro. Porque lo son.
Los pies no están hechos solo para caminar. Cada uno tiene 26 huesos, 33 articulaciones y más de 100 músculos, tendones y ligamentos. Son auténticas obras de ingeniería diseñadas para soportarte… hasta que los machacas con cuestas, rodajes largos y series. Cuando corres, el impacto se multiplica. Cada zancada puede suponer hasta tres veces tu peso corporal, según el American College of Sports Medicine. Y aun así, los tratamos como si nada. Les exigimos maratones y trail por igual. Si se quejan, un poco de hielo y a seguir. Error.
Cuidado básico diario: más importante de lo que crees
Higiene, corte de uñas y crema: lo esencial
Parece básico, pero muchos corredores fallan en lo elemental. Una correcta higiene diaria evita hongos, rozaduras y problemas en las uñas. Seca bien (también entre los dedos), usa cremas hidratantes para pies y corta las uñas rectas para prevenir uñas encarnadas. Según el Consejo General de Podólogos, más del 60 % de las consultas deportivas se deben a problemas prevenibles con buenos hábitos. Sí, solo por cuidar bien los pies.
Fortalece tus pies: entrenamiento invisible pero vital
Ejercicios sencillos y eficaces para corredores
Los pies también se entrenan. Dos días por semana bastan para mejorar su fuerza, estabilidad y control neuromuscular. Así mejoras rendimiento y previenes lesiones. Según el Journal of Foot and Ankle Research, estos ejercicios son clave:
- Toalla enrollada: fortalece musculatura intrínseca.
- Punteras y talones: mejora el equilibrio.
- Elevaciones de arco: difíciles, pero muy eficaces.
- Canicas o piedritas: fortalecen dedos y destreza.
- Banda elástica: trabaja musculatura extrínseca (peroneos, tibial posterior…).
Un metaanálisis en Sports Medicine confirma que tras 8-12 semanas se reduce notablemente el riesgo de lesiones como la fascitis plantar o la periostitis.
Zapatillas, plantillas y señales de aviso
Escoge, revisa y reemplaza a tiempo
Llevar zapatillas adecuadas para correr no es un capricho. Cambiarlas cada 600-800 km, mantenerlas secas, y adaptarlas a tu tipo de pisada y terreno es fundamental. Si usas plantillas personalizadas, revísalas con regularidad. Las visitas al podólogo deportivo deberían ser como las del coche: periódicas, aunque “todo parezca bien”. Y no, no tapes las señales con esparadrapo y orgullo. Si el pie duele, escúchalo.
Descanso, descalzarse y liberar tensiones
Tus pies también merecen vacaciones
Alterna calzado técnico con calzado cómodo, y anda descalzo (con cabeza) por césped o arena. Mejora la propiocepción, estimula la musculatura y da un respiro a tus estructuras. Automasaje diario con pelota dura o rodillo: reduce sobrecargas y previene lesiones. Según Podología Científica, 5-10 minutos diarios pueden marcar la diferencia.
En resumen: cuidar los pies es cuidar tu futuro como corredor
Puedes tener el mejor VO₂max del barrio, pero si tus pies dicen basta, no hay maratón que valga. Así que ya sabes:
- Lava, seca y corta bien.
- Entrena también tus pies.
- Escoge bien tus zapatillas.
- Descansa y libéralos a diario.
- Escucha cualquier señal.
Porque cuando los pies están bien, el resto corre solo. O casi. ¿Tus pies te han mandado alguna señal últimamente? Dale la importancia que se merecen y compártelo con tus compañeros de entreno: ¡quizá su próxima lesión esté en sus pies!