Si eres un asiduo lector de Corredor recordarás que en el penúltimo número de nuestra edición de papel aseguramos que, esta vez sí, podríamos igualar los históricos resultados en atletismo de Barcelona 92. Pues sin que sirva de precedente: ¡acertamos! España Atletismo logró en París 2024 la mejor actuación de siempre en unos Juegos Olímpicos, calcando las medallas del 92 (cuatro: dos oros, una plata y un bronce), pero subiendo una posición en el medallero, hasta la quinta. Solo Estados Unidos, Kenia, Canadá y Países Bajos terminaron por delante de la selección española, que superó a potencias como Gran Bretaña, Jamaica o Etiopía, y a habituales rivales europeos como Francia, Italia o Alemania.

Efectivamente, la marcha fue el pilar fundamental. Tres medallas, una de cada color, para dos atletas que son leyenda de nuestro deporte: Álvaro Martín y María Pérez. El extremeño se colgó el bronce en los 20 km y permitió por fin al eterno José Antonio Carrillo, su entrenador y el de tantos otros históricos marchadores españoles, romper el sombrero a lo Sam Mussabini en Carros de Fuego. Capítulo aparte merece María Pérez, que ya ganó su segundo título mundial en Budapest hace un año con el sacro fracturado y trabajó a contrarreloj para llegar a París. Lo hizo a tiempo para ganar la plata en 20 km y, seis días después, proclamarse campeona olímpica junto a su inseparable Álvaro Martín en el novedoso relevo mixto. El otro pilar de España en París estaba llamado a ser el triple salto y Jordan Díaz no defraudó ganando el quinto oro olímpico del atletismo español en la historia de los Juegos. En otro mano a mano memorable contra su archienemigo Pedro Pablo Pichardo, Jordan hiló fino para saltar 17.84, 17.85 y 17.86, y ganar así por dos centímetros al portugués. A sus 23 años, el discípulo de Iván Pedroso ya es campeón de Europa y olímpico, y posee la tercera marca de todos los tiempos con 18.18.

En cuanto a la clasificación por puntos (top 8), España Atletismo también consiguió en París su mejor resultado histórico. Igualó la 11ª posición de Barcelona (en Tokio había sido 13º), pero sumó un punto más, 46 ahora por 45 de aquel entonces, con cinco diplomas que sumados a las cuatro medallas hacen nueve puestos de finalista. La marcha y el triple también contribuyeron a ello. Laura García-Caro alcanzó la séptima plaza en los 20 km, el mejor final posible a una travesía de año y medio en el desierto por culpa de un Covid persistente. Y Ana Peleteiro, siempre Ana Peleteiro, cuyo sexto puesto en la final de triple dice mucho menos que lo que realmente fue su concurso: tres saltos por encima de 14.50 y el bronce a solo ocho centímetros.

Mohamed Attaoui recogió el testigo de Adrián Ben y repitió el puesto del gallego hace tres años en la final del 800: quinto. Mismo resultado pero diferente ejecución; el cántabro volvió a rozar la barrera del 1:42 (1:42.08), pero París dejó las medallas más caras de la historia. Sin ir más lejos, Bryce Hoppel batió el récord de Estados Unidos con 1:41.67, la séptima marca de la historia, y no subió al podio. Con el crono de Attaoui se había ganado medalla en todos los demás Juegos y solo Rudisha en Londres 2012 corrió más rápido para ser campeón. Siendo su debut olímpico y con apenas 22 años, Attaoui tiene licencia para soñar en grande en Los Ángeles 2028. Más cerca incluso de la medalla se quedó Quique Llopis, a solo 11 centésimas del bronce. Su cuarto puesto en 110 metros vallas, después del subcampeonato europeo en Roma, le confirma como el mejor especialista del Viejo Continente, y vuelve a dejar patente, tras la plata de Orlando Ortega en Río y la sexta posición de Asier Martínez en Tokio, que España es una cantera inagotable de vallistas. El último diploma lo ganó Yulenmis Aguilar, sexta en jabalina, el mejor resultado español en la historia de la prueba… Aunque a ella le supo a poco después de que el podio se quedase a menos de un metro, en unos 63.68 que ha lanzado en otras ocasiones.

París 2024 también será recordado porque se batieron dos récords de España históricos. Thierry Ndikumwenayo destrozó el de Fabián Roncero en los 10.000 metros, que seguía en pie 26 años después. El pupilo de Pepe Ortuño paró el crono en 26:49.49, que ‘únicamente’ le valieron para ser noveno en el 10.000 con más nivel de siempre. Y Marta Pérez tumbó la puerta de los cuatro minutos en 1500 después de cuatro temporadas llamando. Por si quedaban dudas, no se quedó en 3:59. Ni en 3:58. Trituró por dos segundos la plusmarca de Natalia Rodríguez, vigente desde 2005, y dejó el nuevo tope nacional en 3:57.75. Sin salir del 1500, tardaremos en olvidar la exhibición competitiva de Águeda Marqués, que por fin dio el salto cualitativo que todo el mundo veía en ella (y que quizás ella misma no terminaba de creerse). Se lleva de París dos marcas personales (la última: 4:00.31), un 11º puesto en la final y la confianza de que puede pelear con las mejores.

Y cómo no, el cuento de hadas de Irene Sánchez-Escribano en 3000 obstáculos. Una fractura en el pie la borró de Tokio a menos de una semana y sacó el billete a París en el último momento. Se metió a la final con unos brillantes 9:17.39, y allí, disfrutando del ambientazo del Stade de France, se pulverizó a sí misma para hacer temblar el oscuro récord de España de Marta Domínguez con 9:10.43, ¡la 13ª marca europea de todos los tiempos!
No alcanzó el diploma olímpico (fue 10º), ni tampoco logró marca personal (8:13.80, a solo tres segundos de su PB), pero los Juegos de Dani Arce merecen unos buenos ‘kudos’. Por tercer gran campeonato, tras los Mundiales de Oregón 2022 y Budapest 2023, fue el mejor europeo en la final de 3000 obstáculos. En París, de hecho, el único. El Kaimán, una referencia de la ría.
