Venir aquí a perorar sobre la ambición de Jakob Ingebrigtsen es ser embajadores de la obviedad. Son muchas noches de esterminio, incontables carreras regentadas con voraz apetito. Él primero, los demás, a su espalda, como si fuese un mantra. Le hemos visto aplastar en la victoria y tomarse la derrota con no demasiadas dosis de humildad (“me ha ganado un atleta inferior”, clamó cuando Jake Wightman le relegó al subcampeonato en los 1500 metros del pasado Mundial), así que era lógico pensar en unos planes de futuro megalómanos. Lo había dejado caer, pero siempre ampliando un poco el espectro, “entre los mejores”, “uno de los mejores”. De ahí a “el mejor” las palabras adquieren un trazo más grueso.
Cuando habla de corredores, queremos entender, ladea a los velocistas, donde Usain Bolt y Carl Lewis pueden estar tranquilos respecto al botín de medallas olímpicas y mundiales que pueda atesorar el nórdico; sería fácil apuesta sostener que no les va a superar. Si circunscribimos (erróneamente) la acepción corredor a gente que da zancadas desde el 800 hacia arriba, las expectativas siguen siendo monstruosas pero… A sus recién cumplidos 22 años, estrella desde crío, campeón adolescente, sigue lejos (muy lejos) en récords y preseas de gente como Hicham El Guerrouj, Haile Gebresselasie, Kenenisa Bekele o Eliud Kipchoge, por no viajar al blanco y negro para encontrarnos con Paavo Nurmi o Emil Zatopek. Aunque el tiempo corre a su favor y no empieza la puja con los bolsillos vacíos: 13 medallas en alta competición y un récord del mundo (1500 metros indoor. Continentales posee tres: 1500, 2000 y 5000). Las 12 + 1 se distribuyen así: oro olímpico en 1500 y mundial en 5000, dos platas mundiales en 1500 (aire libre y cubierta), dos oros europeos en 1500, otro par en 5000 y uno en cross. A esto se añaden dos oros continentales bajo techo en 3000, otro en 1500 y una plata en la misma distancia.
Por poner las cosas en perspectiva centrémonos sólo en uno de sus frentes abiertos y vayamos a la prueba en la que ha conquistado su mayor éxito deportivo hasta la fecha: 1500. El consenso es unánime al señalar a Hicham El Guerrouj como el jefe histórico del cotarro. El marroquí ganó un oro y una plata en los Juegos, seis oros (4 al aire libre y dos indoor) y una plata en los Mundiales. Bajó de los tres minutos y treinta segundos (frontera entre la brillantez y la excelencia) en 29 ocasiones (9 de ellas cruzó la meta en menos de 3:28). Jakob lo ha hecho en 6, siendo su mejor prestación 3:28.32 (la media de las 10 mejores marcas de su oponente es 3:27.047). En las 87 carreras que ha disputado venció en 36. Hicham tomó la salida en 112 y se adjudicó 94.
Su declaración de intenciones, la publicidad de tan exigente hoja de ruta a largo plazo, tuvo lugar en Tallin (Estonia) durante la la gala de los premios Golden Tracks, donde fue coronado como Atleta Europeo del Año el pasado sábado 22 de octubre. Compartió el galardón con otro titán, el sueco Armand Duplantis: “Somos muy buenos amigos. Es un chaval muy agradable y es realmente apasionante que hayamos llegado tan lejos desde que despuntáramos juntos en el Europeo de Berlín 2018. Mola mucho estar a su lado en un día tan especial como este”. De momento, en 2023 su gran objetivo llegará en verano: Campeonato del Mundo de Budapest (19-27 de agosto). No especificó si volverá a doblar 1500 y 5000, pero se antoja la opción principal (así lo hizo en las dos últimas entregas del evento). Lo que tampoco aclaró es si se prodigará mucho en la pista cubierta y le volveremos a ver en el Europeo de campo a través, ambas disciplinas en las que, cómo no, su talento sobresale con igual pujanza que en el óvalo de 400 metros.
Las intenciones de Jakob, un referente para atletas de varias generaciones, son una maravillosa noticia para nuestro deporte. Cuando se retire -esperemos que las lesiones respeten su precocidad y podamos disfrutarle más de una década- realmente dará igual si es el mejor, el segundo o el sexto. Entonces, ¿por qué estas líneas? ¿Por qué tratar de cuantificar lo que en último término puede incluso ser fruto de la subjetividad? ¿Por qué incurrir en comparaciones si desde pequeños nos han advertido sobre lo que son? Pues para que los locos de este deporte echemos las horas muertas debatiendo sin rumbo fijo con aquellos que comparten nuestra pasión, lo que a nuestro juicio es uno de los mayores placeres que depara el citius, altius, fortius.