Así llegan nuestras tres mujeres al maratón olímpico

La catalana Marta Galimany, la vasca Elena Loyo y la valenciana Laura Méndez representarán a España Atletismo en los próximos Juegos Olímpicos. Será el debut de todas en el evento más importante creado por los seres humanos... y el maratón más colosal de sus vidas.

Alberto Hernández, Albert Caballero y Fernando Miñana.

Las tres maratonianas españolas antes de competir en los Juegos Olímpicos de Tokio. RFEA.
Las tres maratonianas españolas antes de competir en los Juegos Olímpicos de Tokio. RFEA.

Los 42 kilómetros y 195 metros de los Juegos Olímpicos de Tokio se disputarán por primera vez esta madrugada en Sapporo. En esta prueba, la de categoría femenina, estarán tres españolas: Elena Loyo, Marta Galimany y Laura Méndez. Antes de viajar a Japón hablamos con ellas sobre cómo llegan al que va a ser, para las tres, el debut olímpico. El maratón olímpico femenino se celebra a las 6:00h de este sábado 7 de agosto (23:00h del viernes 6 de agosto en España).

Elena Loyo: vida sencilla, objetivo complejo

Ya comienza a notarse. Poco a poco, no de manera brusca. Nada fuera de lo previsible, por otra parte. Han transcurrido tres semanas de las ocho que figuran en el plan de trabajo junto al epígrafe ‘preparación específica’ y es lógico que Elena Loyo perciba en su afilado cuerpo los estragos de tanto kilómetro. Y eso que todavía no son demasiados (“no estoy pasando de 140 semanales, más adelante llegaré a 180”), pero sí suficientes para, cada vez que abandona la cama y los músculos se declaran en rebeldía, recordar que este verano la relación que establecerá con el cansancio será de libidinosa intimidad. Porque nada es comparable a los Juegos Olímpicos. 

Loyo: "Quiero llegar a la meta y saber que, además de darlo todo, he tomado las decisiones correctas en cada tramo de la competición"

“Aunque solo sea por el nombre ya te provoca una motivación diferente”, sostiene la fondista de Murguía instantes antes de reflexionar sobre “lo especial que fueron también mis primeros grandes campeonatos”. Se refiere a 2018, cuando se estrenó con España Atletismo en el Mundial de Medio Maratón y el Campeonato de Europa (bronce por equipos en los 42,195 km). Por entonces tenía 35 años y una mejor prestación de 2:33:20 en el homenaje a Filípides. Ahora es una de las privilegiadas que a principios de agosto nos representará en el maratón más icónico de cuantos se disputan y ha actualizado su personal best hasta fijarla en 2:28:25 (Valencia, 2020). Caen las hojas del calendario pero ella, iniciada en el desbroce de suelas pasada la treintena, no para de mejorar. Lo hace a las órdenes de una voz autorizada en la materia, Martín Fiz, quien aconseja sin atosigar: “Martintxo me habla algo de los Juegos, pero no demasiado. Sobre todo dice que hay que disfrutar… Él sabe que me exijo el máximo”. El dúo que forma con el que fuera campeón mundial, europeo, y dos veces finalista olímpico, no se obsesiona a la hora de circunscribir la futura actuación de Elena a un determinado puesto. Considera más relevante abordar el reto desde un punto de vista personal: “Quiero llegar a la meta y saber que, además de darlo todo, he tomado las decisiones correctas en cada tramo de la competición”. 

Elena Loyo exultante al cruzar la línea de meta del Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP Elite Edition. | Foto: @fotorunners
Elena Loyo exultante al cruzar la línea de meta del Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP 2020. FOTORUNNERS.

Si pretende exprimirse al máximo en las calles de Sapporo no queda otra que ser consecuente con el escenario que pronostican los meteorólogos: “No se espera un calor excesivo pero sí bastante humedad. Por suerte, en mi zona están cayendo muchas tormentas y al mismo tiempo el sol calienta bastante, así que estoy entrenando en condiciones parecidas a las que me encontraré allí. Cuando eso no sucede recurro a la cinta, hago muchos kilómetros bajo techo”. De momento solo dobla sesión dos días a la semana, cifra que se irá incrementando hasta llegar a cuatro. Toca el gimnasio un par de veces y no tiene reparos en abusar del arcén: “En el pueblo entreno casi siempre por carretera, en circuitos exigentes, con mucha subida y bajada. Cuando no quiero castigar tanto las piernas tengo muchos caminos alrededor”. A Vitoria acude los fines de semana para rodar largo y en grupo, pero no frecuenta el mítico Parque de El Prado sino que circunvala la ciudad en una u otra dirección, en tiradas que irán ganando entidad a medida que el pebetero adquiera temperatura, pero sin exceder de los 35 kilómetros. Completará el machaque con incursiones en la altitud moderada de Opakua (1025 m), cerca de casa. Una aproximación a la carrera más importante de su vida acorde con el sosiego que la caracteriza. Rodeada de los suyos, en armonía. Sin estridencias ni más tensiones que las propias del oficio. Algún miedo también, por supuesto, pero no al castigo físico ni a la presión psicológica; como deportista de élite maneja esos parámetros aceptablemente. Son temores más logísticos: “Vigilo mucho donde piso por si me caigo o tuerzo un tobillo y voy con mucho cuidado para no golpearme con nada mientras realizo labores domésticas”. Inquietudes más que comprensibles cuando acometes una empresa que justifica cada metro recorrido desde que por vez primera te calzaste unas zapatillas. Cuando deseas mirar al espejo cada día y aclararle a la persona que aparece ante ti: “Eres una atleta olímpica”.

Marta Galimany: creer para ver

En 2018, hace casi tres años, entrevistamos a Marta Galimany. Entonces encabezábamos el artículo bajo el titular Creer para ver, en homenaje a una atleta que se había hecho a sí misma, como dirían los americanos, y que ha llegado a lo más alto del maratón femenino español sin haber practicado atletismo hasta, prácticamente, la mayoría de edad. El secreto de su éxito se debe, fundamentalmente, al trabajo incansable del día a día, a la fe en sí misma y, también hay que decirlo, a ser una atleta que no se lesiona prácticamente nunca; ello le lleva a poder soportar cargas de entrenamiento que alcanzan, en ocasiones puntuales, hasta los 200 kilómetros semanales.

Marta, que nació en Valls (Tarragona), cumplirá 36 años el próximo 5 de octubre. Su primer gran éxito internacional le llegó en 2016, con motivo del Campeonato de Europa de Medio Maratón, en Cardiff (Gales), donde ocupando la 53ª posición acreditó una marca de 1:15:37. Ese año ya había completado los 21,097 kilómetros en 1:13:37. Al año siguiente, prácticamente repite la misma marca y el 24 de septiembre debuta en maratón, concretamente en Berlín, con 2:34:16, llegando en la 12ª posición. En 2018, vuelve a la capital de Alemania, con motivo del Europeo, siendo 24ª con un cronómetro de 2:38:25. Esa misma temporada limó unos segundos a su marca de medio maratón para situarla al filo de los 73 minutos. Ese 2018, en la esquina de su casa, obtuvo la medalla de plata en los Juegos Mediterráneos de Tarragona. 

Marta Galimany en el Campeonato del Mundo de Doha. Foto: Sportmedia.
Marta Galimany en el Campeonato del Mundo de Doha. SPORTMEDIA.

2019 es cuando Marta se consagra definitivamente en la élite, y rebaja su marca personal en maratón hasta las 2:30:15, el 7 de abril, en Rotterdam. Su registro en medio maratón descendió hasta 1:12:29, lo que le valió la segunda posición en el ránking nacional del año (en maratón, Marta terminó la temporada encabezándolo). El ascenso imparable de la de Valls se confirmó en el Mundial de Doha, ese mismo octubre, donde, de noche y bajo un calor y una humedad al filo de lo insoportable, fue 16ª con 2:47:25; el simple hecho de llegar a meta ya suponía epopeya. La plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se la ganó allí. 

Al regreso de Doha, ya en el mes de febrero de 2020, la entonces atleta del Fútbol Club Barcelona corrió el Maratón de Sevilla en 2:27:08, llegando 12ª y proclamándose simultáneamente campeona de España. Poco después arribó la pandemia que, literalmente, paralizó el mundo durante unos meses. Pero Marta siguió entrenando, en las circunstancias que buenamente pudo, como tantos y tantos atletas. No hubo Juegos Olímpicos en Sapporo, ciudad donde se debía realizar el maratón, pero el trabajo de la tarraconense, su esfuerzo y su fe, se vieron reflejados en el Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso, donde estableció su mejor marca en 1:11:08. Antes, el 28 de julio, había recorrido, en una hora y dentro de la pista de El Fornàs (Valls), 17.210 metros. Récord español de la hora. Esa pista es como su segundo hogar (y sin el como, porque es el recinto donde suele hacer las series, y muchos rodajes controlados). Para seguir con la buena racha la atleta entrenada por Jordi Toda terminó el Mundial de Medio Maratón de Gdynia (Polonia) en 1:11:08, siendo trigésimo tercera. Quedaba poner la guinda en el Maratón Valencia Trinidad Alfonso, en diciembre, donde acabó en 2:27:07, 13ª en meta y a solo 16 segundos del récord nacional que aún está en poder de la palentina Ana Isabel Alonso.

Entre las marcas de la hoy atleta de adidas constan registros como 2:18.13 en los 800 metros, 4:33.34 en los 1500, 9:31:07 en 3000, 10:23.77 en el ‘tres obstáculos’, 16:15.16 en los 5000 metros, 33:11.41 en las 25 vueltas a la pista, y 32:59 en los 10 kilómetros en ruta. Antes de firmar por la marca alemana, la atleta de Valls vistió la camiseta del Club Esportiu Universitari, de L’Hospitalet, la Agrupació Atlètica Catalunya y el Fútbol Club Barcelona. Es licenciada en Ciencias Ambientales y, de hecho, es gracias a su paso por la universidad que Marta llegara hasta nuestro deporte. Como ella misma nos cuenta, empezó a correr en las pistas de la ‘uni’ para no vivir de un modo sedentario su etapa universitaria. Antes había jugado al baloncesto.

Roger Roca, su liebre de cabecera, reloj humano de precisión espectacular, recalca que “es impresionante la capacidad de entrenamiento y compromiso que tiene Marta. Si Jordi, su entrenador, le manda calentar 20 minutos, ella calienta 20 minutos, sin perdonar ni un segundo. Un día, mientras realizábamos series en la pista, se encontró mal y tuvo que parar. Yo seguí con la sesión, pensado que iba a acabarla solo y, al cabo de 5 minutos, Marta estaba otra vez corriendo en la pista”. Con este tiplo de ejemplos se explica todo, por eso a pocos les sorprenderá en los Juegos ver cómo se exprime sobre el asfalto en busca del sueño supremo de todo deportista.

Creer para ver. Segunda parte.

Laura Méndez: un as del asfalto

carta. Un naipe que el tiempo dirá si es un as, una dama o simplemente uno de relleno. Laura Méndez lucha por ser la reina. Se lo ganó una mañana gris de abril, corriendo sobre el asfalto de las largas pistas del aeropuerto de Twente, en los Países Bajos, en un maratón con apenas setenta corredores, setenta elegidos por el NN Running Team, entre los que se encontraba la atleta del Playas de Castellón. Y allí, rodeada de aviones, con una estrategia digna de una carrera de Fórmula 1, se convirtió en la segunda mejor debutante española de todos los tiempos y, de paso, logró la mínima olímpica para los Juegos.

Laura ha encontrado su sitio a los 33 años. Antes fue una fogosa atleta de pista que siempre optaba por la táctica suicida de intentar sorprender con un ritmo excesivo y resistir. El problema es que casi nunca resistía y acababa ahogándose en la orilla. Eso generó rabia y mucha frustración. Y en muchos Campeonatos de España, después de haber fallado en la final de 1500 o 3000, llegaba el berrinche mientras Manolo Ripollés, su novio, su entrenador, abría el paraguas a su lado y esperaba pacientemente a que pasara la tormenta. “Yo he llorado mucho en el atletismo”, rememora Laura Méndez, hoy una atleta mucho más madura.

Laura Méndez, mínima olímpica en Twente por dos segundos
La atleta del Playas de Castellón Laura Méndez. SPORTMEDIA.

Hasta que un año, en 2019, fascinada como estaba por la Ciudad del Running, pidió probar con el Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP. Antes pactó con los corredores del Redolat Team que iban a salir a 3:30 el mil y se fue con ellos. Laura Méndez firmó un estreno notable y cruzó la meta en 1:13:43. Ahí se abrió una puerta y, aunque a ella le costaba dejar atrás la adrenalina del tartán, enfocó hacia el asfalto.

No tardó en llegar la recompensa y consiguió ponerse la camiseta de la selección española por primera vez en el Mundial de Medio Maratón de Gdynia (Polonia), donde, después de lidiar con unos incómodos problemas gástricos, logró su mejor marca personal en los 21 kilómetros: 1:12:58. Luego vinieron varios medios maratones más y después de correr otra vez en Valencia el 6 de diciembre de 2020, Manolo Ripollés tenía guardada una sorpresa, un reto en forma de pregunta: “Laura, ¿quieres preparar el maratón?”.

Manolo ya conocía la respuesta de esta mujer que siempre mira hacia adelante. Y después del “sí, quiero” menos romántico de la historia acordaron que, ya que iban a preparar un maratón, lo harían buscando la mínima olímpica: 2:29.30. Méndez, calculadora y fría en los peores momentos de la carrera, y valiente y decidida en los últimos kilómetros en los que corría apurando cada segundo, lo logró por dos.

Un día, charlando, le transmitió su frustración y le dijo que estaba muy desmotivada con el atletismo y que estaba sopesando dejárselo. El entrenador, comprensivo, le ofreció una salida: irse a entrenar con su grupo. Laura, que siempre da los pasos al frente, dijo que se apuntaba.

Conquistar una plaza entre las atletas que estarán en la salida del maratón olímpico, el 7 de agosto, en Sapporo, es la compensación a esos años de angustia en la pista. Porque la niña que practicaba todos los deportes que se le ponían a tiro en Almussafes, su pueblo, que corría cada año la Volta a Peu, acabó seduciendo a los corredores de un club local, el Passet a Passet, que la cogieron y la pusieron a dar vueltas al campo de fútbol. Allí creció sin hacerse demasiadas preguntas. Pero cuando empezó a frecuentar los campeonatos de atletismo y a mezclarse con atletas de otros sitios, se sintió mal. Todos contaban sus entrenamientos, lo que habían hecho en la pista, los tiempos de las series dando vueltas al anillo. Y ella, avergonzada, se quedaba en silencio porque prácticamente no había pisado una pista.

Luego fichó por el Silla, que es un club filial del Playas de Castellón, y así conoció a Manolo Ripollés. Un día, charlando, le transmitió su frustración y le dijo que estaba muy desmotivada con el atletismo y que estaba sopesando dejárselo. El entrenador, comprensivo, le ofreció una salida: irse a entrenar con su grupo. Laura, que siempre da los pasos al frente, dijo que se apuntaba.

Pero había un problema. El grupo de Manolo está en Sagunto, ella vivía en Almussafes y no conducía. Tampoco le importó. Cada día, su padre la llevaba hasta el pueblo vecino, Benifaió, para que cogiera un tren que la llevara a Valencia, desde donde cogía otro tren para ir a Sagunto. Allí llegaba, se entrenaba y regresaba a casa. Entre la ida y la vuelta, tres horas. Mucho tiempo. Pero Laura Méndez quería ser atleta, entrenar en la pista como todos y luchar por sus sueños. Por eso aguantó cada día la paliza de ir y venir. Un día tras otro.

El debut fue tan redondo que la corredora y su entrenador acordaron calcar la preparación. Apenas descansó unos días, se relajó paseando por la montaña con ‘Cross’, el perro que tienen en casa, en el Puerto de Sagunto, y volvió a la carga. El 20 de junio regresó a Font Romeu y volvió a estar tres semanas entrenando en altitud, aprovechando esta vez el alivio del termómetro que ofrecen los Pirineos a las puertas del verano.

Tokio 2020 lanzará las cartas sobre el tapete y cuando estén a punto de acabar los Juegos, Laura Méndez saldrá con sus dos compatriotas dispuesta a empezar a construir la leyenda de una atleta que era un seis y se convirtió en un as… del asfalto.

El marchador Marc Tur durante la prueba de 50n km marcha de Tokio 2020.

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