5 razones para rodar despacio

No siempre hay que correr como si persiguieras tu marca personal. Rodar lento también suma, y mucho. Aquí te explicamos por qué.

Pedro Crespo

Correr despacio es una herramienta clave para mejorar tu rendimiento, proteger tus articulaciones y, sobre todo, disfrutar más del camino.
Correr despacio es una herramienta clave para mejorar tu rendimiento, proteger tus articulaciones y, sobre todo, disfrutar más del camino.

Rodar lento tiene mala prensa. A veces se asocia con estar fuera de forma, con no tener ambición o con no estar entrenando “en serio”. Pero nada más lejos de la realidad. Correr despacio es una herramienta clave para mejorar tu rendimiento, proteger tus articulaciones y, sobre todo, disfrutar más del camino. Estas son cinco razones (de peso) para reivindicar la zancada tranquila.

1. Porque mejora tu base aeróbica

Correr lento permite que tu cuerpo funcione en la zona de mayor eficiencia metabólica. Según estudios publicados en Journal of Applied Physiology, entrenar en la zona aeróbica favorece la mitocondriogénesis —la multiplicación de las mitocondrias, las centrales energéticas de tus células—. Es decir, cuantas más mitocondrias, mejor capacidad para correr más y cansarte menos. Rodar lento no es perder el tiempo: es construir cimientos.

2. Porque acelera tu recuperación

Después de un día de series, cuestas o una tirada exigente, tu cuerpo necesita reparar los microdaños musculares. Un rodaje suave activa la circulación sin estresar los tejidos. Es lo que se conoce como active recovery o recuperación activa, recomendada por estudios como el de Dupuy et al. (2018) en Sports Medicine. Una carrera a ritmo lento puede ayudarte a recuperarte más rápido que estar parado.

3. Porque reduce el riesgo de lesiones

Rodar suave disminuye el impacto articular y permite que tu sistema musculoesquelético se adapte de forma progresiva. En palabras simples: cada zancada es menos agresiva. Una investigación en British Journal of Sports Medicine indica que una alta proporción de entrenamientos suaves correlaciona con menor incidencia de lesiones por sobreuso. Si corres con cabeza (y sin prisas), puedes correr más tiempo y durante más años.

4. Porque entrena tu mente y tu constancia

Correr lento exige paciencia. Aprender a sostener un ritmo tranquilo sin aburrirte es un entrenamiento mental. En vez de buscar dopamina a base de kilómetros rápidos, entrenas la resistencia psicológica. Y no es poca cosa: estudios en Frontiers in Psychology muestran que la tolerancia al esfuerzo repetitivo es clave para mantener hábitos a largo plazo. La zancada lenta también construye disciplina.

5. Porque te permite disfrutar más

Cuando no estás ofuscado mirando el ritmo en el reloj, puedes mirar el paisaje, saludar a la vecina o simplemente pensar. Rodar lento convierte el entrenamiento en un momento de placer, no en una tortura autoimpuesta. Muchos corredores afirman que sus mejores ideas surgen en los rodajes suaves. Correr también es un modo de meditar, de estar presente. Y eso, en este mundo acelerado, es salud mental.

No es ir más despacio, es ir más lejos

Rodar lento no es una debilidad. Es una estrategia inteligente. No todos los días hay que volar; también hay que aprender a flotar. Si quieres correr más, mejor y durante más tiempo, reserva algunos entrenamientos para ir sin prisa pero con constancia. Tu cuerpo, tu mente y tus marcas te lo agradecerán.

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