Correr en otoño: guía práctica para entrenar sin sustos

Entre hojas secas, cambios de luz y ropa por capas, el otoño pone a prueba la rutina de cualquier corredor: te contamos cómo adaptarte a la estación más traicionera y bella del calendario.

Correr en otoño es un ejercicio de adaptación: al suelo húmedo, a los cambios de luz y a un clima que oscila entre el frescor amable y el frío traicionero.
Correr en otoño es un ejercicio de adaptación: al suelo húmedo, a los cambios de luz y a un clima que oscila entre el frescor amable y el frío traicionero.

El verano quedó atrás, las mañanas refrescan y el suelo empieza a llenarse de hojas. Es otoño, esa estación que hace que cada zancada parezca sacada de un cuadro de Monet, pero también una época en la que el corredor debe afinar sus sentidos. No se trata solo de disfrutar del frescor después del calor sofocante, sino de aprender a lidiar con caminos húmedos, cambios de temperatura y días que se acortan sin pedir permiso. Entrenar en otoño significa saber elegir bien la hora, vigilar dónde pisas y adaptar tu armario deportivo a las nuevas condiciones. También implica estar atento a lesiones más frecuentes, porque el cuerpo no siempre responde igual con el frío o la humedad. Si corres de madrugada, de día o ya entrada la noche, cada momento tiene sus pros y contras. Y si hablamos de motivación, nada como aprovechar la belleza de los parques otoñales para darle un plus a la rutina.

Los riesgos del suelo otoñal

Las hojas caídas convierten las aceras y senderos en auténticos trampantojos: parecen mullidas alfombras, pero esconden charcos, ramas o irregularidades del terreno. La humedad, además, hace que se vuelvan resbaladizas, aumentando el riesgo de torceduras o caídas. El consejo es sencillo: reduce un poco el ritmo en zonas arboladas y busca pisar sobre terreno firme. Otro detalle: en parques y caminos de tierra, el barro aparece antes de lo esperado. La suela de tus zapatillas debe ofrecer buen agarre para evitar sustos, sobre todo en bajadas.

Lesiones más comunes en esta estación

El descenso de las temperaturas provoca que músculos y articulaciones tarden más en activarse. Eso explica que en otoño aumenten las contracturas, tirones o sobrecargas, especialmente en gemelos e isquiotibiales. La solución está en calentar bien y dedicar unos minutos extra a la movilidad articular antes de arrancar. También es habitual la fascitis plantar y el dolor en rodillas por el cambio de superficie (del verano seco al otoño húmedo). Una progresión cuidadosa y revisar el estado de las zapatillas son tus mejores aliados.

Vestirse por capas, el arte del corredor otoñal

Ni tanto abrigo como en invierno ni tanta ligereza como en verano. El otoño exige un equilibrio: camiseta transpirable de manga larga, cortavientos ligero y mallas finas suelen ser la fórmula ideal. La clave está en las capas: prendas que puedas quitar o ajustar en función del clima. No olvides los accesorios: guantes finos, gorro ligero o braga para el cuello marcan la diferencia en los entrenamientos a primera hora. Y, por supuesto, ropa con detalles reflectantes: los días se acortan y la visibilidad se reduce.

Elegir la mejor hora para correr

  • A primera hora: el aire fresco despeja, pero también es cuando más frío y humedad encontrarás. Perfecto si disfrutas del silencio y del amanecer, pero requiere buena ropa térmica.
  • Al mediodía: temperaturas más agradables, sobre todo en octubre. Ideal para quienes teletrabajan o tienen un respiro a esa hora.
  • Por la tarde-noche: probablemente el momento más popular, aunque la oscuridad llega rápido. Aquí la linterna frontal y las prendas reflectantes se vuelven obligatorias.

Cómo aprovechar la motivación otoñal

El otoño es estéticamente la estación más inspiradora: colores rojizos, parques en plena transformación y un frescor que anima a sumar kilómetros sin el lastre del calor. Aprovecha esa atmósfera para marcarte objetivos: mejorar resistencia, preparar una carrera en invierno o simplemente mantener la constancia. Además, el cambio de estación invita a probar entrenamientos distintos: cuestas para ganar fuerza, rodajes suaves por caminos de hojas o sesiones cruzadas en gimnasio para prevenir lesiones.

Correr en otoño es un ejercicio de adaptación: al suelo húmedo, a los cambios de luz y a un clima que oscila entre el frescor amable y el frío traicionero. Si eliges bien la ropa, calientas lo suficiente y prestas atención a dónde y cuándo entrenas, esta estación puede convertirse en tu favorita. Porque pocas cosas hay tan gratificantes como escuchar el crujido de las hojas bajo tus zapatillas mientras sumas kilómetros sin miedo a resbalar.

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El otoño es largo, y tus mejores entrenamientos todavía están por llegar.

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