Contextualicemos el dilema que se me ha presentado para la primavera maratoniana de 2024. Finales de diciembre, concierto y cervezas. Conversaciones y una promesa con un amigo: “¡Este año corremos el Maratón de Madrid!”. Un par de días después los dos ya estábamos inscritos al maratón de la ciudad en la que vivimos y que recorre durante muchos kilómetros los lugares en los que entrenamos habitualmente. Cuatro días después de formalizar la inscripción a Madrid me llaman por teléfono para proponer algo que nunca pensé que iba a ocurrir. Correr el Maratón de Londres. Santo y seña de la distancia a nivel mundial. La suerte ha provocado que este año, después de muchas ediciones coincidiendo, los maratones de Londres y Madrid se celebren en domingos consecutivos: allí el 21 de abril, aquí el 28. Y entonces, el gran dilema de qué maratón correr.
¿CORRO SOLO UNO?
Partamos de la base de que a cualquiera de los dos maratones, Londres o Madrid, llegaría tras un “calentón”. No serán maratones buscados pero sí oportunidades únicas para correr en sitios que siempre había tenido en mente. Si corro solo en Londres, disfrutaré de un major, quizá el más exclusivo de todos por las limitaciones para inscribirse a extranjeros, y lo haré en “uno de mis días favoritos del año”, según un muy buen amigo que vive en la ciudad. Si corro en Madrid, además de sus cuestas (arriba y abajo), me llevaré el recuerdo de haber completado los 42 kilómetros y 195 metros en la ciudad en la que vivo desde hace años, acompañado además de amigos durante la carrera y bajo el amparo de una organización en la que he trabajado en varias ocasiones y en la que también tengo personas muy cercanas. En resumen: los dos tienen muchos ‘pros’ y muy pocos ‘contras’.
¿CORRO LOS DOS?
Los que me conocen saben que en mi interior (y también exteriorizado en algunas ocasiones) está el sentimiento de que puedo correr ambos maratones siempre y cuando no me exprima al máximo en ninguno. Sé que es una decisión arriesgada y que puede conllevar a semanas de un gran bajón físico, pero también que la oportunidad que se me ha planteado es irrechazable. Correr en Madrid con un gran amigo o correr en uno de los grandes maratones del mundo. Sinceramente, no veo ambos proyectos incompatibles. Con un buen entrenamiento, conociendo las limitaciones de correr dos pruebas semejantes en domingos consecutivos y planteando estretegias de carrera sostenibles creo que puedo afrontar este reto de los maratones mellizos que, aunque no buscado, resulta altamente emocionante. Y aunque todavía no está tomada, creo que todos conocemos la decisión.