Rectas: el secreto corto y veloz para ser mejor corredor

Un gesto simple que activa la zancada, pule la técnica y rejuvenece las piernas.

Las rectas son el comodín del corredor: breves, efectivas y fáciles de incluir en casi cualquier entrenamiento.
Las rectas son el comodín del corredor: breves, efectivas y fáciles de incluir en casi cualquier entrenamiento.

Hay entrenamientos que tienen un tinte de dureza: tiradas largas de domingo, series de mil, cambios de ritmo exigentes. Y luego están las rectas, esas aceleraciones de 80 a 100 metros que parecen poca cosa, pero esconden una de las herramientas más potentes del corredor. Se hacen tras un rodaje suave, después del gimnasio o como aperitivo antes de una sesión exigente. Sirven para despertar fibras rápidas, mejorar la técnica y darle un punto de chispa a las piernas. No cansan tanto como unas series, pero activan la musculatura y la mente. Son un puente entre la resistencia y la velocidad. La pregunta es: ¿por qué funcionan tan bien, cuándo conviene hacerlas y cómo se ejecutan de verdad?

¿Qué son las rectas en running?

Las rectas son aceleraciones cortas, controladas, de entre 80 y 120 metros, que se corren al 70-90 % de la velocidad máxima, con buena técnica y recuperando caminando o trotando al final. No son sprints agónicos, sino un ejercicio de coordinación, potencia y economía de carrera. Se realizan normalmente en terreno llano, preferiblemente en césped, tierra compacta o pista.

¿Por qué es bueno hacer rectas después de rodar?

Un rodaje suave acumula kilómetros a ritmo cómodo, pero deja a la musculatura en modo ahorro de energía. Al terminar, el cuerpo está caliente y receptivo: hacer 4 a 6 rectas devuelve elasticidad, despierta las fibras rápidas y evita que nos convirtamos en corredores “diésel” eternos.

  • Beneficio técnico: mejoran la postura, la amplitud de zancada y la reactividad.
  • Beneficio neuromuscular: activan la conexión cerebro-músculo, afinando la coordinación.
  • Beneficio psicológico: sales del entrenamiento con sensación de chispa en lugar de pesadez.

Rectas después del gimnasio: ¿sí o no?

Tras una sesión de fuerza, las piernas acumulan tensión y rigidez. Unas rectas suaves ayudan a trasladar esa fuerza al gesto específico de correr. No se trata de exprimirlas, sino de hacer 3–4 aceleraciones progresivas, pensando más en la técnica que en la velocidad pura. Son el pegamento entre el gimnasio y la pista.

Otros momentos en que conviene hacer rectas

  • Antes de series o competición: sirven de activación final tras el calentamiento, preparando el sistema nervioso.
  • En semanas de descarga: permiten mantener la chispa sin cargar volumen.
  • En entrenamientos de técnica: combinadas con skipping o multisaltos para fijar automatismos.

¿Cómo deben ser las rectas?

  • Longitud ideal: 80 a 120 metros.
  • Número de repeticiones: 4 a 6, aunque en calentamientos bastan 2 o 3.
  • Recuperación: caminar o trotar de vuelta, sin prisa.
  • Intensidad: entre el 70 y el 90 % de tu máxima velocidad, nunca al 100 %.
  • Terreno: seguro, uniforme, sin giros ni obstáculos.
  • Foco técnico: correr erguido, braceo firme, zancada elástica.
Los beneficios de las rectas
Beneficio Explicación
Velocidad Despiertan fibras rápidas y mejoran la aceleración.
Técnica Refuerzan postura, braceo y economía de movimiento.
Prevención Reducen rigidez muscular tras rodajes largos.
Transferencia Conectan la fuerza del gimnasio con la carrera.
Motivación Rompen la monotonía y aportan sensación de ligereza.

Las rectas son el comodín del corredor: breves, efectivas y fáciles de incluir en casi cualquier entrenamiento. Después de un rodaje, tras una sesión de pesas o como activación antes de competir, aportan frescura y velocidad sin añadir carga excesiva. Bien hechas, con control y regularidad, convierten la rutina en un entrenamiento más completo. 

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