Todos hemos escuchado aquello de que “correr es bueno para el corazón”. Y lo es. Pero no siempre hablamos de la otra cara: la presión arterial. Esa cifra doble que nos mide el médico —la máxima y la mínima— puede ser aliada o freno a la hora de correr. ¿Qué pasa si la tienes alta? ¿Y si es baja? ¿Afecta igual a hombres y mujeres? La ciencia deportiva lleva años estudiando cómo la tensión arterial condiciona el rendimiento en carrera, desde la capacidad de transportar oxígeno hasta la recuperación tras un entrenamiento exigente. Y lo cierto es que entender este parámetro no es solo cosa de médicos: es clave para todo corredor que aspire a mantener la salud y sumar kilómetros sin sorpresas. Vamos a desgranar cómo la presión arterial modula tu zancada, qué diferencias existen entre sexos y por qué conviene prestarle atención antes de lanzarte a por tu próximo objetivo.
¿Qué es realmente la presión arterial?
En palabras simples: la presión arterial es la fuerza con la que la sangre empuja contra las paredes de las arterias cada vez que el corazón late. Se mide en dos parámetros:
- Sistólica (alta): cuando el corazón se contrae.
- Diastólica (baja): cuando el corazón se relaja.
Lo normal está en torno a 120/80 mmHg. Por encima hablamos de hipertensión; por debajo, de hipotensión. Y aunque no lo parezca, ambos extremos pueden hacerte correr con más lastre del que imaginas.
Cómo influye en tu rendimiento como corredor
Presión arterial alta: un corazón que trabaja con freno de mano
Un corredor con hipertensión puede sentir que le cuesta más mantener ritmos, incluso en rodajes suaves. El corazón bombea con más resistencia, lo que exige más esfuerzo para mover la misma cantidad de sangre y oxígeno a los músculos. Según la Journal of Hypertension, el ejercicio aeróbico regular reduce cifras tensionales y mejora la eficiencia cardíaca, pero ojo: entrenar fuerte con la tensión alta sin control médico es jugar con fuego.
Presión arterial baja: riesgo de apagón
El extremo contrario —hipotensión— puede hacer que un entrenamiento largo acabe en mareo o en esa sensación de quedarse sin gasolina. Cuando la presión es baja, el riego sanguíneo al cerebro y músculos puede ser insuficiente en esfuerzos intensos o en días de calor. No es tan peligroso como la hipertensión a largo plazo, pero sí incómodo y limitante.
El punto justo: eficiencia y resistencia
Una presión arterial bien controlada es como tener una autopista libre para tu sangre. Favorece un transporte rápido de oxígeno, mejor recuperación tras las series y menos fatiga acumulada. Por eso, muchos entrenadores recomiendan medir la tensión en las revisiones médicas anuales: conocer tus cifras es parte de las obligaciones de un corredor responsable.
Diferencias de presión arterial en hombres y mujeres corredores
Hombres
- Tienden a tener la presión más alta desde jóvenes.
- Mayor riesgo de hipertensión temprana.
- Pueden rendir bien en esfuerzos intensos, pero con mayor carga para el corazón.
- Recomendación: medir la tensión con frecuencia y no confiarse por estar en forma.
Mujeres
- Suelen tener valores más bajos y arterias más elásticas en la juventud.
- Rendimiento eficiente en la etapa fértil.
- Tras la menopausia, el riesgo de hipertensión aumenta con rapidez.
- Recomendación: vigilar cambios tensionales a partir de los 45-50 años.
¿Qué puede hacer una persona que corra para cuidar su presión arterial?
- Chequeos regulares: no basta con mirar el pulso en carrera, conviene medirse la tensión al menos una vez al año.
- Entrenamiento aeróbico constante: los rodajes suaves y progresivos reducen la tensión a medio plazo.
- Fortalecimiento muscular: mejora la eficiencia circulatoria.
- Hidratación adecuada: fundamental en corredores con tendencia a la hipotensión.
- Descanso y gestión del estrés: el sistema nervioso influye más de lo que parece en los valores tensionales.
La presión arterial no es un número de consulta rutinaria, es un indicador clave de cómo responde tu cuerpo cuando corres. Mantenerla en rangos saludables mejora tu rendimiento, tu recuperación y tu longevidad como corredor. Y sí, hombres y mujeres parten de bases diferentes, pero ambos tienen en sus manos (y en sus piernas) la capacidad de regularla a través del entrenamiento, la alimentación y el descanso. Cuidar la tensión es, en definitiva, cuidar tu motor. La mejor marca personal empieza con un corazón que late al ritmo correcto.