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“¿Me escuchas bien, Álex? Es que estoy entre Oporto y Vigo, regresando de París, de analizar el recorrido del maratón”. Así comienza una agradable conversación con Ester Navarrete, que me sirve en bandeja la primera pregunta, sobre el temido trazado de los 42,195 kilómetros con salida en el Hôtel de Ville y llegada en la explanada de los Inválidos. “Después de verlo, tengo que decir que va a ser un circuito muy exigente, y no solo por las subidas, sino por la bajada que hay después de una dura cuesta, entre el kilómetro 28 y el 32. Eso va a repercutir mucho a nivel muscular. En cuanto a la famosa cuesta del 13%, es peor de lo que pensaba. Tiene mucha pendiente, es bastante heavy”.
Para ser sinceros, si antes del 22 de octubre de 2023 me hubieran preguntado por las maratonianas que representarían a España en los Juegos de París, jamás hubiera mencionado a la protagonista de estas líneas. Y no creo que ella misma hubiera apostado a su favor. Pero ese día de octubre, en el Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso Zurich, diecisiete segundos después de que Laura Luengo pulverizara el récord de España de los 21.097 metros con 1:09:41, Ester cruzaba la línea de meta, imponiéndose a Marta Galimany, Laura Méndez, María José Pérez, Fátima Ouhaddou, Lidia Campo y Cristina Espejo. Había nacido una estrella de la distancia. Sin apenas hacer ruido, corriendo como tapada, batía la plusmarca gallega de Julia Vaquero y se colocaba como tercera atleta en la lista española de todos los tiempos, solo superada por Laura Luengo y Trihas Gebre.
“Después de este éxito, mi representante, Miguel Ángel Mostaza, me aconsejó que diera el salto al maratón y que luchara por el sueño olímpico. Tras varios días pensando, nos juntamos para comer mi marido, mi entrenador y yo y decidimos emprender este viaje”.
La viguesa casi siempre habla en plural: “nosotros pensamos, nosotros decidimos, nosotros entrenamos”, porque es consciente de que no se puede pretender afrontar un desafío olímpico en solitario, y más siendo madre de un niño de tres años. “Para empezar, si no hubiera cogido la excedencia de mi trabajo como enfermera no hubiera llegado hasta aquí. El descanso es fundamental, así como tener un horario fijo y la cabeza más tranquila, sin tanto estrés como antes. Mis padres y mi marido son mi equipo de trabajo. Ellos me ayudan mucho a conciliar. Gracias a ellos puedo entrenar, descansar y hacer muchas cosas. Isco va a la guardería y eso también ayuda un poquito. Y, por supuesto, el trabajo de mi entrenador es fundamental”.
Manolo Vigo, su “míster”, diseño un exitoso plan que llevó a Ester a convertirse en campeona de España de maratón el pasado mes de febrero, en Sevilla, con una marca excelente, 2:24:40, que colocaba a la gallega como segunda española de todos los tiempos en los 42,195 kilómetros, tras Majida Maayouf, y le otorgaba el pasaporte para los Juegos Olímpicos. “Fue muy emocionante. Ese día, mi padre me recordó que cuando yo tenía 14 años, durante los Juegos de Atenas 2004, viendo el maratón y los 1500 metros, yo le decía que quería ser como las atletas que competían allí, que en el futuro me encantaría competir en unos Juegos. Hace veinte años mi padre me respondía que eso era imposible, y recordando esa anécdota se me ponía la piel de gallina a la vez que celebraba con mis padres haber logrado mi sueño”.
De cara a París, el plan de entrenamiento de Ester no ha variado significativamente con respecto al que siguió en su debut en maratón. “Los pocos cambios que hay se deben a la dureza del recorrido de los Juegos, que nos ha obligado a trabajar más la fuerza y a hacer más cuestas. Cuando era corredora de 5000 y 10.000 apenas llegaba a 100 kilómetros semanales y actualmente hago unos 150. He llegado a un máximo de 170, aunque más allá de los números, lo importante es ir poco a poco y asimilar bien los kilómetros”.
Soy una persona muy constante, muy perseverante en el esfuerzo diario, como una hormiguita. Da igual que haga un día malo, que yo sigo y sigo...
Francisco Rodríguez, el marido de Ester, fue un notable ochocentista que entrenaba con Paco Gil, en el grupo de Kevin López y Luis Alberto Marco. Ahora, aunque no le guste correr distancias largas, se esfuerza por acompañar a su mujer siempre que puede, y también la ayuda con los avituallamientos desde la bicicleta. “Él es de distancias cortas y si hace algo más largo es por mí. También tengo un par de amigos que me acompañan en algunos entrenamientos. En Vigo suelo rodar por la costa, por el carril bici, que tiene subidas y bajadas, y las series las hacemos en la pista de Balaídos”.
¿Dio Ester Navarrete el salto al maratón demasiado tarde, con 34 años? Ella no opina así: “En este sentido soy conformista. Creo que llegó en un momento muy bueno. Me gustaría haber aprovechado más mi época en el 10.000, pero considero que el salto al maratón no debería haber sido antes de lo que fue”. Teniendo en cuenta esta sincera respuesta -aunque sorprendente para los que alucinamos con las marcas que ha conseguido- resultaba obligado hablar del futuro, mencionando los 42 años de Kenenisa Bekele y los casi 40 otoños de Eliud Kipchoge. “Aunque no me puedo comparar con estos atletas, que son de otro planeta, sí que pienso que, si ellos pueden seguir corriendo tan rápido a esas edades, por qué no voy a poder yo. Me da confianza. Soy una persona muy constante, muy perseverante en el esfuerzo diario, como una hormiguita. Da igual que haga un día malo, que yo sigo y sigo”.
En el pasado Europeo de Roma la viguesa demostró un estado de forma óptimo para ese momento de la temporada. Fue la segunda española clasificada, tras Laura Luengo, dando la sensación de que reservó demasiado, ya que terminó como un cohete, contribuyendo de manera decisiva a la consecución de la medalla de bronce por equipos. ¿Qué actuación firmará en París? “Mi objetivo es quedar entre las primeras europeas. Una vez visto el circuito, creo que puede pasar cualquier cosa, y más si hace mucho calor”.