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En la era de la inmediatez y las redes sociales ha conseguido hacer viral una prueba como el maratón, donde prima la paciencia, y erigirse en el nuevo Chema Martínez. El referente para miles y miles de corredores populares en España. Sin salir del barrio de Aluche que le vio dar sus primeras zancadas, el madrileño se ha convertido en el maratoniano del pueblo. Un pueblo que le acompaña en su camino hacia París y que en los Juegos le animará con toda el alma porque le considera uno de los suyos. Y en verdad lo es, salvo por el pequeño detalle de que ha corrido los 42 km en 2:07:47, registro no apto para mortales. Precisamente ese, el de la normalidad, es uno de los motivos que llevó a este maratoniano milenial (nació en 1995) a compartir todos sus entrenamientos con pelos y señales. “La gente tiene el atletismo por un deporte de mucho secretismo y al final todos hacemos lo mismo, todos corremos. Lo único que me diferencia es que yo tengo la suerte de poder hacerlo un poco más rápido y no dedicarme a otra cosa en el día”, reconoce Rojo, y la mayoría de la gente le agradece esa cercanía, como demuestran los casi 50.000 seguidores que acumula entre Strava, TikTok, Instagram y YouTube. “Hay otros a quienes no les gusta. Gente que pensará ‘qué gilipollas es este, que se deje de hacer vídeos y se centre en el entrenamiento’. Pero yo estoy focalizado 100 % en mi preparación y hacer vídeos no me quita ni un gramo de esfuerzo ni de trabajo diario”, señala.
La prueba de ello es que encadena más de 70 días en la preparación del maratón olímpico, de los cuales solo ha descansado uno: “Fue a la vuelta del Europeo de Roma (donde acabó 17º en medio maratón con 1:02:37 en la que define como su “mejor actuación con la camiseta de España Atletismo”), que con el viaje y un catarro me encontraba como si me hubiera atropellado un camión. Decidí que era más inteligente descansar ese día y creo que acerté”. En esos ya más de dos meses enfocados hacia una sola carrera, el maratón de los Juegos, Yago Rojo y sus entrenadores, Luismi Martín Berlanas y Juan del Campo, han cambiado parte de la preparación que llevó al madrileño a correr en 2:07:47 el pasado diciembre en Valencia. Y es que la fórmula del éxito no es única. Tienen muy claro que la carrera de París poco a nada tendrá que ver con la que han vivido ya tres veces en la capital del Turia, todas ellas con marca personal.
Para empezar, Yago no va a llegar tan fino. Pero que no se asuste nadie. “¡No se va a ganar con 2:07! En el Europeo de Múnich en 2022 (fue 15º con 2:14:41) cometí el error de intentar hacer exactamente lo mismo que cuando había corrido 2:08:56 en Valencia, pero es que no tenía que estar para ello. Por eso, de cara a París, de nada me sirve conseguir el estado de forma del 2:07:47 si se va a ganar con 2:11 o 2:12. Es más importante llegar un poco fresco a la salida, estar para 2:12 o 2:13 y ser capaz de sacarlo ese día, con 30 grados y cuestas”, asegura convencido.
Las cuestas de París. Tan esperadas por el gran público como temidas por los atletas. En total, 438 metros de desnivel positivo (en Valencia, por ejemplo, son 16) y rampas de hasta el 13,5%. Yago las ha preparado sin obsesionarse “para nada” con ellas. Ha cambiado su tirada larga habitual, de 30 kilómetros por la zona más llana de la Casa de Campo, entre el lago y el zoo, por una ruta que incluye la célebre Tapia del bosque madrileño. “Lo hago por meter algo de desnivel y sobre todo por no caer en la trampa de compararme con lo que hacía preparando Valencia. Con 20 o 25 grados más es imposible replicar los ritmos, y para no tener ni ese pensamiento, me cambio de circuito”, explica. También ha hecho algún entrenamiento más específico, por ejemplo, subiendo cuestas de 1200 metros al 6 % entre el Puente de los Franceses y Moncloa. Un simulacro con el que ha aprendido la lección para París: “Tienes que llegar arriba superfácil, porque así vas a ganar mucho más llaneando y bajando después de lo que has perdido previamente subiendo más tranquilo”.
¿Le benefician el calor y la orografía del maratón olímpico? “En principio sí me puede favorecer, aunque a lo mejor el día de la prueba exploto y quedo el porras”, bromea el que fuera campeón de España de medio maratón en 2023. Y deja un aviso a navegantes para el día D: “A veces los favoritos quieren marcar diferencias en las cuestas… Como te infles de piernas ahí, ya no recuperas”. El otro gran cambio se verá el día de la carrera. No hará experimentos con las zapatillas, fiel a las Rocket X 2 de Hoka que tan buenos resultados le han dado, pero sí modificará la estrategia de suplementación. “En Valencia eran más necesarios los carbohidratos, pero en París, sin olvidarme de ellos, creo que va a ser más importante la hidratación: las sales, isotónicos, sodio, magnesio… para poder reponer a la vez que voy gastando, que además yo sudo mucho”, señala.
Luismi Martín Berlanas sabe lo que es alcanzar la gloria olímpica, dos veces quinto en los 3000 obstáculos, y guía junto a Juan del Campo los pasos de Yago. “Cada vez se le nota más maduro, aunque desde que debutó en maratón ha demostrado una predisposición física y mental muy notable. Cuando se pone el mono de trabajo está focalizado en sus objetivos aunque queden muchos meses”, cuenta sobre la preparación de su pupilo. ¿Y cuál cree que sería un buen resultado? “El nivel medio en maratón se ha revolucionado en los últimos años y la participación en París va a ser extraordinaria. Todo lo que sea acercarse al top25 puede considerarse un éxito rutilante. La realidad es la que es y el ranking de Yago no le permite soñar con mucho más”. ¿Seguro? “En un circuito así, con el calor que se prevé el 10 de agosto en París, las distancias entre los favoritos y los atletas como Yago se pueden estrechar. Si hace una carrera inteligente y espera el momento adecuado, porque habrá gente que arriesgue, podrá pescar en río revuelto”, confía el entrenador madrileño. Acaba Berlanas reflexionando: “En el maratón hay mucho tiempo para que pasen cosas. Y si pasan, son malas”. Por eso Yago Rojo, alonsista confeso, cruza los dedos para una carrera loca, de esas en las que Fernando se maneja como pez en el agua sobre un Fórmula 1. Que pasen muchas cosas, y mientras, él, piano piano.
