Cada zancada que damos nos acerca a la meta… y también, inevitablemente, al calendario. En la conversación entre corredores veteranos hay una frase que se repite: “Ya no voy tan rápido como antes”. Pero, ¿es esto un axioma inquebrantable o una creencia que la ciencia matiza? La velocidad es hija de la juventud, sí, pero también de la constancia y la inteligencia entrenando. Los estudios sobre atletas máster ofrecen una fotografía menos fatalista de lo que pensamos. Es cierto que la fisiología cambia con los años, y que el VO₂máx y la potencia máxima se reducen. Sin embargo, no todo es cuesta abajo: se puede mantener —e incluso mejorar— el rendimiento relativo. Y en algunos casos, con un entrenamiento bien estructurado, el reloj parece detenerse. Aquí vamos a responder con sinceridad científica a una pregunta incómoda pero vital para cualquier corredor. ¿Se puede ganar velocidad con los años o solo queda la misión de perderla lo más lentamente posible?
La curva natural del rendimiento
La evidencia científica es clara: la velocidad disminuye con la edad. Estudios en atletas máster muestran que, a partir de los 35 años, el rendimiento empieza a caer de forma gradual, y que este descenso se acelera tras los 60–70. En pruebas de fondo, la reducción puede rondar entre el 6 % y el 9 % con cada década, y en distancias como 15 km, el aumento del tiempo por kilómetro se estima en un 0,20 % anual después de los 40. La biología no se puede engañar: el corazón late más lento en máximas intensidades, la masa muscular se reduce y la capacidad de generar potencia se atenúa.
No es un destino grabado en piedra
Pero que haya una tendencia no significa que todos la vivan igual. Un estudio sobre récords máster revela que el descenso hasta los ochenta años es casi lineal, con variaciones individuales notables. Hay corredores que, a los 50 o 60, logran tiempos cercanos a los de décadas anteriores. ¿La clave? Entrenamiento constante, prevención de lesiones, fuerza y una gestión impecable de la carga.
Casos que rompen el molde
Jeannie Rice, a sus 77 años, mantiene un VO₂máx propio de alguien de 25. Emma Maria Mazzenga, con 91, bate récords de 200 m. Son ejemplos extremos, pero reales. Su secreto está en el hábito: entrenar cada semana, cuidar la alimentación, dormir bien y mantener la motivación. No desafían la biología, pero sí la velocidad con que esta actúa.
Los mecanismos detrás del declive
La pérdida de velocidad responde a tres grandes factores fisiológicos: menor VO₂máx, descenso de la frecuencia cardíaca máxima y menor volumen sistólico (la cantidad de sangre que bombea el corazón en cada latido). También hay cambios musculares: se pierde potencia explosiva y la capacidad de reclutar fibras rápidas. Aun así, estudios en corredores mayores bien entrenados muestran que la economía de carrera (la eficiencia biomecánica) puede mantenerse casi intacta.
¿Ganar velocidad absoluta? Poco probable
Si hablamos de mejorar tiempos respecto a cuando tenías 25 años, la respuesta es no. Pero eso no significa que no puedas mejorar tu velocidad actual. Si empezaste a entrenar tarde, o nunca habías trabajado fuerza o técnica, es posible arañar segundos o incluso minutos en tus marcas, gracias a adaptaciones neuromusculares, mayor eficiencia y mejor distribución del esfuerzo.
Estrategias para mantener —o mejorar— el ritmo
- Fuerza concurrente: combinar pesas con entrenamiento de resistencia mejora la potencia y retrasa la pérdida muscular.
- Periodización inteligente: alternar fases de carga y descarga evita sobreentrenar y potencia la mejora.
- Trabajo de técnica y economía: ejercicios de técnica de carrera y pliometría ayudan a mantener zancadas eficientes.
- Consistencia a largo plazo: el efecto acumulativo de años de entrenamiento moderado y regular es poderoso.
- Entrenamiento mental: el brain endurance training mejora la tolerancia al esfuerzo y la concentración.
- Cuidado integral: nutrición, sueño, recuperación y motivación sostienen el rendimiento.
Factor mental
A partir de cierta edad, la motivación y la conexión social pesan tanto como la fisiología. Correr con un grupo, fijar objetivos alcanzables y diversificar el entrenamiento ayuda a mantener el impulso. El cuerpo sigue a la mente: si esta quiere competir, entrenar y superarse, la biología tendrá que seguir el ritmo.l tiempo como aliado
El tiempo como aliado
El paso de los años reduce la velocidad absoluta, pero no condena a la mediocridad. La clave está en medir tu progreso con respecto a ti mismo, no a tu yo de hace veinte años. Mantenerte rápido —para tu edad— es posible, y en algunos casos, puedes incluso sorprenderte ganando segundos. El reloj no se detiene, pero la manera en que lo escuchas depende de cómo entrenes, descanses y disfrutes cada kilómetro.