No me preguntéis por qué pero mi ídolo en maratón fue el italiano Gelindo Bordin. Tal vez lo elegí por su forma tan estratégica de correr o bien por su modo extenuante de preparar las carreras, o simplemente porque creí que en otras épocas no había mujeres que corrieran maratones. Anteriormente, y mucho antes de Bordin, había oído hablar de Spiridon Louis y había visto vídeos e imágenes de grandes maratonianos como Abebe Bikila, Emil Zatopek y muchos otros, pero nunca tuve referencias de chicas que se dedicaran a correr pruebas de 42,195 kilómetros.
Cuando me surgió la vena de dedicarme al maratón soñé con correr en Nueva York y, sobre todo, en Boston, porque allí hubo una mujer llamada Kathrine Switzer que el 19 de abril de 1967 corrió un maratón por primera vez con dorsal. ¡Viva las mujeres! Kathrine ha sido y es un gran referente en la lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres. Más adelante -y esto no le quita ningún valor- me enteré de que antes que Kathrine hubo otras mujeres que habían corrido un maratón pero poco o casi nada se habló de ellas. Hace pocas fechas tuve la oportunidad de ver un documento videográfico que me llegó a emocionar; no sé cuántas veces lo he visto ya y no me cansaré de visionarlo. ¡Alucinante! Todo esto ocurrió en el año 1926, cuando una mujer llamada Violet Piercy corrió la distancia del maratón en tres horas, cuarenta minutos y veintidós segundos (primera plusmarquista mundial de maratón reconocida por la IAAF). ¡Ojo! Con zapatos que tenían un pequeño tacón…
Piercy entrenaba en pista de tierra; sus multisaltos los hacía de una manera muy poco ortodoxa, pero para aquellos años los realizaba con mucho sentido técnico. Lo más sorprendente era verla correr con zapatos con algo de tacón y sin dañar sus gemelos. Abebe Bikila corrió descalzo y Violet Piercy con unos zapatos de baile ¡Corredores! En la época de Spiridon Louis ya había mujeres corriendo maratones pero por aquel entonces, en una sociedad machista, no vieron con buenos ojos que una mujer se codeara con los hombres, pensarían que correr largas distancias era sólo para machos… cuando ha quedado demostrado que el maratón no tiene género.
Una vez hecha mi reivindicación a favor de la mujer en el mundo social y del deporte, tengo que decir que en España también hubo muy buenas maratonianas. No voy hacer una historia completa pero quiero honrar a Lourdes Gabarain, primera mujer española en acabar un maratón, en 1977, y Matilde Gómez, que ganó el primer maratón femenino celebrado en España (Palafrugell, 1978).
Ahora bien, y entrando en la era moderna, desde la época de Ana Isabel Alonso, Mónica Pont, Rocío Ríos, María Luisa Muñoz -y unos años más tarde María Abel o Alessandra Aguilar- no habíamos tenido un equipo tan igualado y de tanta calidad como el que disfrutamos este año, con tres mujeres, que son Marta Galimany, Meritxell Soler y Fátima Azzahara Ouhaddou, por debajo de las 2 horas y 27 minutos y otras como Elena Loyo, Laura Méndez, Clara Simal e Irene Pelayo pisándoles los talones. Todas ellas se jugarán los tres billetes que las llevarán a los Juegos Olímpicos de París 2024. Y contarán con una nueva compañera y rival, a la que recientemente se le ha concedido la nacionalidad española: Majida Maayouf, una atleta que como marroquí logró correr el Maratón Valencia Trinidad Alfonso 2022 en 2:21:01.
Pero lo más importante de esta batallita es que por fin se valora a las mujeres como se merecen, se las empieza a medir con el mismo rasero que a los chicos. Y acabo diciendo que tengo un nuevo ídolo: si en su momento lo fue Gelindo Bordin, ahora lo tengo que compartir con la gran Violet Piercy, pionera del maratón.
