Ya sé que escribir estos artículos en primera persona del singular es un poco extraño y quizá pretencioso, pero no tengo demasiado tiempo para entregar la pieza y no se me ocurre una forma mejor de empezar con un texto que te acompañará en los próximos minutos. Jamás he participado en un maratón de asfalto pero me encuentro en plena preparación de uno, el de Nueva York, que espero culminar con éxito -sufrimiento mediante a lo largo de los 5 barrios de la gran ciudad- el próximo 3 de noviembre en la meta de Central Park. Y aunque no sé lo que es acumular sobre el asfalto y de una sola tacada la distancia que ha engrandecido las carreras deportivas de tantos atletas que ya son leyenda, sí que empiezo a sentir en mi interior alguna de las características emocionales de los que ya tienen el carnet de maratoniano. Sigo sin depilarme las piernas, no he comenzado una suplementación nutricional y no le digo cada dos días a mi entrenador que quizá esté haciendo pocos kilómetros para la empresa que acometemos, pero sí que visualizo en casi cada entrenamiento mi debut ideal y he comenzado a poner en el número uno de la lista de prioridades diaria el entrenamiento que aparece en la planificación, especialmente si se trata de una sesión de series o de una tirada larga.
Minucias que distan mucho de las gigantescas obsesiones que he podido observar a lo largo de los años entre todos aquellos que, de una u otra forma, han hecho suya la palabra maratón. Y es que son esas siete letras y la tilde que componen el mágico término las que tienen la culpa de todo. Piénsalo. Jamás existirá una obsesión tal por una prueba de 10 kilómetros, una carrera de obstáculos o un ultra trail. No tienen esa resonancia que envuelve toda una habitación cuando pronuncias la palabra maratón, que consigue captar la atención de todos aquellos que están alrededor (prueba a hacerlo en una comida familiar o en una reunión de amigos en un bar) y, aunque ni siquiera sepan la distancia exacta de la prueba, comprenden que cuando alguien se cuelga un dorsal en el pecho para cubrirla está afrontando un reto de categoría mayúscula. Sea cual sea el ritmo. Sea cual sea el resultado.
Nos gusta el maratón porque nunca es tarde para jugar a ser atletas. Nos gusta el maratón porque resulta imposible olvidar los pies descalzos de Abebe Bikila. Nos gusta el maratón porque fantaseamos con correrlo en menos de dos horas. Nos gusta el maratón porque solo miente al que se deja embaucar. Nos gusta el maratón porque somos idiotas, pero honrados. Nos gusta el maratón porque sabemos que la vida es un fin de semana y 195 metros.
Este pedazo de texto que es imposible que no te ponga el vello de punta (hay otros símiles mucho más vulgares que podría haber utilizado, lo sé) cuando estás inmerso en una preparación maratoniana es otro ejemplo más del universo de pompa, mitología y odas que hay alrededor de los 42 kilómetros y 195 metros. Es obra de mi compañero Alberto Hernández, al que podréis leer recurrentemente en esta revista, que gusta mucho de hablar sobre el maratón, una distancia que ha recorrido en cuatro ocasiones: dos veces en Boston, una en Nueva York y otra en Londres. Un tío de morro muy fino, como habéis podido comprobar con su historial maratonista, que aunque afirma que jamás ha estado obsesionado por esta prueba a nivel deportivo, sí que muestra una tremenda inquietud por el “universo maratón” que lo rodea y lo engrandece. Cientos de miles de líneas escritas sobre una distancia que vosotros leéis, ya sea en el papel de la revista o en la página web, y que os hace empaparos de esta enfermedad que a pesar de no ser mortal sí que puede generar dolencias, problemas y situaciones que son difíciles de revertir tanto a nivel físico como emocional.

Una enfermedad, por cierto, que afecta tanto a corredores populares como a aquellos que se dedican profesionalmente al atletismo. Comparten muchas de las sensaciones que genera el maratón y es ese el gran éxito de la distancia, pues en una misma línea de salida tanto los atletas que disputarán la victoria como aquellos que tratarán de romper la barrera de las cuatro horas tienen los mismos miedos e incertidumbres. Sin distinción de sexo, raza o edad. Desde la corredora keniana de élite hasta el cuarentón de Tomelloso. “¿Podré superar ‘el muro’?” “¿Estarán los avituallamientos en el sitio en el que me han dicho?” “Y si no lo consigo, ¿dónde podré volver a intentarlo?” “Después de todo lo que he sufrido no puedo fallar...”
Por todo ello hemos querido hablar por primera vez en esta joven publicación de lo que muchas veces obviamos: la cara oculta del maratón. En las siguientes páginas mostraremos cuatro de los principales prototipos de corredores que afrontan la distancia, sus problemas y sus miedos. El debutante, el experto, el competitivo y el que participa con el único objetivo de pasarlo bien. Son cuatro perfiles muy diferenciados, cada uno con sus características y obsesiones pero que comparten también algunas de los virtudes y, por supuesto, defectos del maratoniano. Además, contaremos con el asesoramiento de tres expertos en la nutrición, el entrenamiento y la psicología, los tres pilares fundamentales de la preparación de una distancia como esta, que te exprime al máximo y saca tanto lo mejor como lo peor de ti. Son Javier Miguel, experto en nutrición, Nacho Cáceres, maratoniano y entrenador, y Sonia Fondevila, psicóloga y también maratoniana. Conciliar con el resto de aspectos de tu vida, mejorar el rendimiento deportivo y cumplir los objetivos son los grandes retos, siempre manteniendo un equilibrio mental y físico. Venga, coge aire que vamos a por ello.
DISFRUTÓN
Estamos de acuerdo. Este perfil tiene pocas obsesiones, no cabe duda. Pero aunque el objetivo sea disfrutar de un maratón y pese a que el ritmo al que vayas a correr sea muy inferior al que tus piernas pueden asumir en las mejores condiciones, siempre existe un miedo al fracaso que provoca un agobio en tu mente. Leve, pero agobio a fin de cuentas. Porque como hemos dicho antes la palabra “maratón” significa muchas más cosas de las que aparentemente nos puedan transmitir esas letras de forma individualizada. El muro del kilómetro 30, los avituallamientos, el ritmo, la meteorología, las personas con las que compartiré el recorrido… ¡Cuántas cosas pueden salir mal en todo el tiempo que estarás ahí fuera! Aun así está claro que este perfil de corredor es el que menos problemas tendrá antes y durante el maratón, por lo que el foco de los expertos que hablarán a continuación estará puesto en los otros tres maratonianos prototípicos.
EXPERTO
La experiencia no siempre es sinónimo de éxito. Hay corredores que han completado decenas de veces un maratón, con sus consiguientes preparaciones, y, sin saber cómo y por qué, llega un momento en que su cuerpo y su mente dicen basta. Y ahí, de nuevo, las incertidumbres de la primera vez. Las mismas dudas que, años después, surgen para martillear un organismo que creía tener sometido al maratón, tan indomable como imprevisible. Porque llega un momento en la carrera de un maratonista en el que el miedo a fallar se hace tan palpable que agota y destruye, también aburre. Y por eso muchos acaban por olvidarlo, dejando de lado al que ha sido hasta entonces el gran amor (deportivamente hablando) de sus vidas. Divorcios crueles y casi siempre sin acuerdo entre las partes que se consuman en forma de lesión o retirada. El momento más duro en la vida activa de un corredor, pues sabes que jamás volverás a crecer en lo que a distancia se refiere.
COMPETITIVO
Buscar el máximo rendimiento sin dejarse nada ni durante los entrenamientos ni en la propia carrera. Muchos corredores, no tantos como pudiera parecer, asocian la palabra maratón a competición y dejan de lado la parte lúdica de esta distancia que en muchas pruebas es demasiado visible. Porque, dejémoslo claro, el maratón fue concebido en forma de agonía, desde la antigua Grecia a los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. Por ello, la evolución de los últimos años ha provocado que muchos corredores competitivos se hayan visto apartados de una distancia que exige como ninguna otra si la condición del practicante es de deportista popular. Compaginar los horarios en el puesto de trabajo, la vida familiar y una rutina de entrenamientos en busca de la cifra más baja en el cronómetro no deja de ser estresante. “¿Y si ‘la cago’ después de todo lo que he sufrido?”. “¿Y si no he sufrido lo suficiente como para cumplir mi objetivo?”.
DEBUTANTE
Preparar un maratón por primera vez es siempre una experiencia única. Requiere poder de decisión, pues afrontar entre dos y tres meses con un gran objetivo en mente no es fácil para deportistas que, generalmente, viven de retos semanales o, como mucho, mensuales. Por eso se trata de uno de los perfiles más vulnerables a la hora de sufrir los miedos que aparecen al preparar el maratón: “¿estoy haciendo kilómetros suficientes?”, “¿por qué estoy tan cansado a todas horas?”, “¿aguantaré la distancia completa al ritmo que tengo planteado?”, “¿es normal que me irrite la actitud de todo el mundo?”… La incertidumbre es el pan nuestro de cada día de los debutantes y es esa primera experiencia y sus sensaciones la que acaba por determinar el futuro de estos corredores. Si el experimento es exitoso, habrá más retos en forma de maratón. Si no, volverán a distancias menores y seguirán disfrutando de este deporte con menos dolores de cabeza y más velocidad en las piernas.

NUTRICIONISTA
Empezaremos nuestra ronda de consultas a los expertos con uno de los puntos que quizá más descuidamos los corredores y que, al final del camino, más problemas nos puede llegar a dar: la nutrición. Para ello contamos con el asesoramiento del nutricionista Javier Miguel Hernández, que antes de nada deja claro cuál es el principal mandamiento para cualquier deportista de largo aliento en general y para los maratonianos en particular: “hay que probar lo que se va a hacer el día de carrera en los entrenamientos. Muchas de las obsesiones y miedos llegan de la mano de la incertidumbre y lo más importante es tenerlo todo medido y controlado para el día de la competición. Es verdad que este tipo de deportistas suelen ser muy cuadriculados y estructurados, pero siempre hay casos de gente que hace las cosas mal en el día clave”.
Y es que la experiencia de Javier en la nutrición de deportistas ha sido, en casi todos los casos, un trabajo sencillo y con la colaboración de la persona a la que asesoraba. “Creo que la principal diferencia entre personas que practican deporte y otras que acuden a la consulta por padecer sobrepeso y obesidad es lo estrictos que son los deportistas. Que esa característica, llevada al extremo, puede llegar a ser contraproducente y crear ansiedad y estrés, algo de lo que hablará mejor un psicólogo, pero es cierto que el deportista es estructurado y acude a ti en busca de una mejora en el rendimiento sabiendo a lo que se expone. Además, conforme el corredor tiene más nivel, más profesional y metódica suele ser la alimentación, hidratación y suplementación”, cuenta el experto.
Habla Javier Miguel sobre los rituales, las rutinas y las costumbres: “vemos muchas veces cómo los maratonianos realizan una serie de gestos repetitivos antes, durante y después del entrenamiento, gestos que también aplican en su nutrición y que les aportan tranquilidad al hacerlos. Cada persona tendrá los suyos, igual que con la alimentación. Si a ti no te sientan bien las tostadas con mermelada pero sí con aceite, nunca comerás con mermelada antes de un entrenamiento importante o una competición, por eso también es fundamental individualizar la nutrición de cada corredor”. Y es que recurrir a las mitos establecidos en lo que respecta a este tema suele ser una mala idea, como nos cuenta a continuación el nutricionista.
“En el mundo del deporte de fondo y especialmente en el maratón, se tiene una especial obsesión (tanto para bien como para mal) por los alimentos ricos en hidratos de carbono. Hemos ido viendo a lo largo de los años cómo se iban implantando diferentes teorías, desde las que decían que los hidratos no eran tan esenciales hasta las que los incluían en absolutamente todas las ingestas. Teniendo en cuenta la individualización obligatoria de la que hablábamos antes, sí que podremos decir que en el caso de los maratonianos los hidratos de carbono son más que necesarios, especialmente en aquellas personas que acumulan más kilómetros para preparar esta distancia”, nos cuenta Javier Miguel.
Tanto en los entrenamientos como en las competiciones la hidratación es fundamental, siempre siguiendo un protocolo de suplementación que sea favorable para el maratoniano.
Pero también nos habla sobre la hidratación. “Muchas veces dejamos de lado la hidratación y es una forma muy fácil de ayudar a nuestro cuerpo a rendir mejor. Tanto en los entrenamientos como en las competiciones la hidratación es fundamental, siempre siguiendo un protocolo de suplementación que sea favorable para el maratoniano. En este caso tendremos que ir jugando con la teoría del ‘ensayo-error’ para acertar con los productos y cantidades pero, como digo, resulta mucho más cómodo y genera muchos menos problemas que la parte de la alimentación”, expone el nutricionista.
Porque sabe Javier Miguel que es posible que la nutrición sea la parte de la preparación que más hartazgo puede generar en el maratoniano, por eso es fundamental “generar una sintonía entre el nutricionista y el deportista y, además, combinar periodos más laxos con otros más estrictos en función del objetivo que tengan planteado. Porque es evidente que no se compite ni entrena a la misma intensidad durante todo el año, ya sean atletas profesionales o populares”.
Javier Miguel Hernández es graduado en Nutrición Humana y Dietética en la Universidad Complutense de Madrid y colabora con varios centros médicos en el asesoramiento de la nutrición de deportistas.

ENTRENADOR
La experiencia es un grado, dicen, y Nacho Cáceres tiene de sobra. Maratoniano de los buenos, capaz de bajar de las 2 horas y 12 minutos en la mágica distancia, que ahora invierte su tiempo en enseñar y educar en este arte a todos aquellos atletas populares que se pongan en sus manos (y las de Carles Castillejo, pues comparten club de corredores). Y cuando se le presenta a Nacho el tema sobre las obsesiones en el maratón da la sensación de que tiene mucho de lo que hablar. Y empieza: “he llegado a ver cada cosa… ¡gente que no había acabado un maratón y ya estaba apuntado al siguiente”. Casos extremos de una obsesión por una distancia que él observa más a nivel cuantitativo, es decir, “estamos observando que entre la mayoría de corredores populares se ha extendido la corriente de hacer muchos maratones al año y los sistemas del entrenamiento y la planificación cambian, porque nosotros estamos acostumbrados a preparar dos maratones al año. En ese aspecto, estamos viendo cómo innovar desde nuestra posición de entrenadores para hacer planes menos exigentes donde el objetivo sea, simplemente, completar la distancia. Aun así, desde mi punto de vista considero que lo mejor es hacer, como mucho, tres maratones cada dos años. Merece la pena ser conservador en este aspecto porque te alarga la vida deportiva”.
Para Nacho Cáceres, el gran problema del corredor popular a la hora de preparar el maratón son “las dudas que aparecen continuamente. Que si voy corto de kilómetros, que si no he hecho tirada de 36… Obsesiones que son muy habituales entre los populares y que, por ejemplo, son difíciles de ver en el atletismo profesional. Una cosa muy habitual entre amateurs es que, cuando un entrenamiento les sale mal, tratan de repetirlo en el día que tienen planificado un descanso. Y eso es un error brutal porque el maratón es un puzle que hay que ir completando pieza a pieza y siguiendo un orden. Los entrenamientos son importantes, pero los descansos también y si por ejemplo las piezas del puzle son 100, 20 de ellas serán de jornadas de descanso sin las cuales no podremos completarlo”.
Las lesiones generan desconcierto y frustración, por lo que es importante saber manejar esos momentos en los que el cuerpo no responde como nos gustaría.
En cuanto a los casos extremos, el entrenador Cáceres cuenta que “hemos llegado a tener gente que, por una serie de malas decisiones, ha empezado a preparar un maratón y ha acabado encadenando hasta cuatro preparaciones para conseguir correr uno. Ese caso en concreto es el de un corredor que empezó a preparar el Zurich Maratón de Barcelona y acabó corriendo el Zurich Maratón de Sevilla del año siguiente, unos 11 meses después”. Cuenta también los clásicos casos de éxito que, “después de tres o cuatro maratones buenos se han acabado lesionando por acumular mucho estrés y tensión que aparece en forma de dolencia cuando comienzas a descansar. Este hecho genera desconcierto y frustración, por lo que es importante saber manejar esos momentos en los que el cuerpo no responde como nos gustaría”.
También, por supuesto, casos en los que la saturación surge después de haber disfrutado de la distancia durante muchos años. “Muchas veces nos encontramos también casos de corredores que le cogen pavor al maratón y que lo acaban aborreciendo. Ahí la mejor opción es resetear la mente y pensar en disfrutar de otra forma, por ejemplo corriendo solo pruebas de 10 kilómetros. De esta forma casi todos los corredores vuelven a disfrutar y se reencuentran con sensaciones diferentes que el maratón les había hecho olvidar. Es algo muy común en este deporte ya que cada distancia es muy específica, cada una demanda una serie de caracterísicas al corredor”, nos cuenta Cáceres.
Porque una cosa tiene clara este apasionado de los 42 kilómetros y 195 metros: “el maratón exige como ninguna otra distancia al atleta popular. Es un sacrificio no solo físico, sino también mental y emocional. Te chupa la energía y más si tienes que conciliar una vida laboral, familiar y social con los entrenamientos. Cuando las cosas no van bien, toda la tensión se hace visible y los problemas se magnifican, por eso hay que saber relativizarlos”.
Nacho Cáceres es maratoniano con una marca personal de 2:11:58, 31º en el maratón de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y entrenador de atletas populares en el Castillejo&Cáceres RC.

PSICÓLOGA
Sonia Fondevila es psicóloga y corredora. Y gracias a esas dos características puede ilustrarnos en el aspecto más mental de esta distancia. Porque el orden de presentación de estos tres expertos no ha sido casualidad, pues el análisis de todos los problemas que pueden surgir durante los entrenamientos o con la nutrición lo debe conducir un psicólogo. “El maratoniano prototípico es una persona perfeccionista que quiere tenerlo todo muy bien controlado, por lo que muchos problemas aparecen durante la preparación del primer maratón debido a esa incertidumbre inherente a la primera vez de las cosas”, explica Sonia Fondevila, que también nos cuenta que, en muchas ocasiones, el maratoniano tipo “son personas que suelen engancharse fácilmente a determinadas cosas, impulsivos y que necesitan estímulos muy intensos. No todos son así, evidentemente, pero sí que se dan muchos casos de este tipo que finalizan su relación con el maratón de forma traumática, algo que puede acabar también con la práctica deportiva”.
Además de tratar a personas en su consulta, Sonia ha observado cientos de casos durante los entrenamientos que dirige, por eso tiene esa doble visión del entrenador y el psicólogo. “La obsesión más común que observo es que el corredor popular se basa mucho en esa falsa teoría de ‘si hoy he entrenado bien es que me va a salir bien’ o, por el contrario, ‘si hoy he entrenado mal el maratón va a ser un completo desastre’. Especulan mucho sobre su resultado final en función del día en que se encuentran y no ven la preparación del maratón como un plan global”, cuenta Sonia, continuando con el argumento expuesto antes por Nacho Cáceres que asemejaba el plan de entrenamiento con un puzle y sus diferentes piezas.
El problema aparece cuando ya no disfrutas de lo que estás haciendo. Cuando el plan de entrenamiento (no un entrenamiento aislado) se convierte en una obligación.
Igual que Cáceres, Fondevila también ha visto casos exagerados y complicados. “Para mí, y aunque parezca una obviedad, el problema aparece cuando ya no disfrutas de lo que estás haciendo. Cuando el plan de entrenamiento (no un entrenamiento aislado) se convierte en una obligación. Es en ese momento cuando aparece la ansiedad, pues cualquier cosa que no hagas y que se supone que tendrías que estar haciendo te afecta. Acabas anticipando cosas, cambiando entrenamientos y, en definitiva, dejas de disfrutar”. También, por supuesto, habla nuestra psicóloga de la conciliación laboral, familiar y social: “cuando preparas un maratón tienes que tener claro que vas a estar más cansado tanto física como emocionalmente y hay que saber gestionar ese cansancio con nuestras familias, nuestros amigos y nuestra actividad laboral”.
Según su experiencia durante varios años rodeada de maratonianos de cualquier índole, Fondevila explica que “se nota mucho la diferencia, no por el perfil de corredor, sino por la gente que es más o menos competitiva. Los que son competitivos en otros aspectos de su vida suelen aplicar esa característica también en el maratón y pueden llegar a obsesionarse y convertirlo en toda una obligación. En cambio, la gente que es menos competitiva puede llegar a disfrutar más del proceso, completando una experiencia más satisfactoria junto a su familia y amigos”.
Por último, no quiere dejar escapar la oportunidad para dejar claro que “no pasa nada si no se corre un maratón. Muchos deportistas tienen arraigada la idea de que si haces maratón eres mejor corredor: ‘es que un 5K lo corre cualquiera’, dicen algunos. Y eso es un error tremendo porque sí, el maratón es una experiencia bonita pero también requiere sacrificios muy importantes. En las distancias cortas también hay diversión e incluso anímicamente te ayudan a encontrarte mejor gracias a la velocidad y la fortaleza con la que cuenta tu cuerpo”. El maratón agota mucho y, como ha dicho antes Cáceres, muchos corredores vuelven a reencontrar esa sensación de diversión cuando corren de nuevo distancias inferiores. “Por todas estas cosas yo animo a aquellos maratonianos que se encuentren algo atascados con la distancia a probar carreras cortas: cinco kilómetros, cuatro, incluso millas que ahora hay muchas. Notarán la mejora”, finaliza Sonia Fondevila.
Sonia Fondevila es licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, corredora habitual y maratoniana en sus ratos libres.
