Cuadernos de París (VII) - Parc des Champions

Quizá el verdadero sentido de todo es la cara de felicidad de unas niñas disfrutando de un espectáculo deportivo y social que no olvidarán jamás.

Mondo Duplantis es la estrella más brillante del atletismo en los Juegos Olímpicos de París / Foto: Christel Saneh para World Athletics
Mondo Duplantis es la estrella más brillante del atletismo en los Juegos Olímpicos de París / Foto: Christel Saneh para World Athletics

"Y, sin embargo... De que París es la ciudad más bella del mundo, ¿a quién podría caberle duda alguna? Ahí están sus bulevares, sus bosques, sus jardines, el río y alguno de sus puentes, los mil rincones que esconde cada barrio, sus innumerables galerías, donde se detienen los siglos, o escritores como Cortázar, su elegante monumentalidad, sus barrios residenciales, sus inagotables tesoros artísticos". (El París que yo viví, Alfredo Bryce Echenique).

Por diversos motivos y puntos de inflexión personales que he tenido la suerte de vivir aquí, París es una de esas ciudades en las que siempre me siento como en casa. Y, en estos soleados y calurosos días, puedo afirmar que con los Juegos Olímpicos la ciudad luce deslumbrante. Con más luz que de costumbre, si es que eso es posible.

Engalanada para la ocasión, los Juegos están presentes en cada esquina de la ciudad. Los tonos azules y rosas en los que se apoya la imagen de París 2024, lucen en las vallas y carteles que envuelven cada calle. Y, con las distintas sedes esparcidas por los lugares más emblemáticos de la capital parisina y el resto de plazas convertidas en unas espectaculares fan zones, la ciudad es un precioso estadio olímpico abierto.

Con las distintas sedes esparcidas por los lugares más emblemáticos de la capital parisina y el resto de plazas convertidas en unas espectaculares fan zones, la ciudad es un precioso estadio olímpico abierto.

Por encima de todo, lo que más impacta estos días en París es el ambiente festivo que se respira. El silencio que ha dejado la ausencia de coches, con las principales calles alrededor del Sena cortadas al tráfico. El ir y venir de miles de personas sonrientes con camisetas y banderas de diferentes países. Y la alegría de pasear por una ciudad donde todo es una fiesta, con una atmósfera muy diferente al ir y venir apresurado de turistas que estamos acostumbrados a ver, pues estos días, parece que todo lleva una pausa y una magia muy distinta.

Emocionados por estar por fin aquí, nada más dejar las cosas en nuestro apartamento nos vamos directos al parque de los Campeones instalado en Trocadero, a pies de la torre Eiffel. Antes de llegar, los pasillos del metro ya son una fiesta con la gente cantando y aplaudiendo. Y dentro del graderío instalado para la ceremonia inaugural y que cada tarde acoge a los medallistas del día anterior, bailamos y gritamos al ritmo olímpico. No en vano, el maestro de ceremonias de esta tarde es Hicham el Guerrouj, como si estuviéramos siempre inmersos en una milla infinita.

Tras la fiesta, paseamos debajo de la torre Eiffel. Caminamos cruzando los puentes del Sena, muchísimos más tranquilos que nunca. Y nos dedicamos a la que parece que es estos días una de las aficiones preferidas de los parisinos: sentarnos en la hierba frente al museo del Louvre a contemplar elevarse el pebetero-globo olímpico mientras cae el sol sobre esa misma línea recta cargada de magia que va desde la pirámide del museo al Arco del Triunfo, pasando por los jardines de las Tullerías y el obelisco.

Sentados en una pequeña Crêperie del barrio de Les Marais, mientras gritamos con el récord del mundo de Duplantis, recuerdo las palabras que escribió Fernando Miñana antes del comienzo de los Juegos para describir lo que sentimos cada cuatro años y que el saltador sueco acaba de convertir en realidad: "Sentarte a ver algo y que, de repente, llegue algo fantástico y excepcional es un privilegio que probablemente no se olvida en la vida”.

Casi a media noche, seguimos paseando por las calles de París. A estas horas, la plaza de l'Hôtel-de-Ville es ya una auténtica fiesta. Y, antes de irnos a dormir para despertarnos temprano al día siguiente e ir buscar los restos de los Juegos Olímpicos de París 1900 en el bois de Vincennes, veo la cara de felicidad de las niñas y pienso en la magia de esos instantes que no se olvidan nunca, como ocurrió en su día en México 68 y en tantos otros Juegos Olímpicos. 

Seguramente, ese es el verdadero significado del parque de los campeones.

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Noah Lyles ganó la final de los 100 metros en París 2024 / Foto: Christel Saneh for World Athletics

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