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Que en nuestra alimentación recae una gran responsabilidad lo tenemos claro, pero que no le damos la importancia y atención que merece también es una realidad.
"El secreto de una piel perfecta está en la cocina" es una de las míticas respuesta de muchas modelos y celebrities cuando los periodistas de belleza les preguntan por sus rutinas. Indudablemente es la salida fácil y más políticamente correcta pero no deja de tener parte de verdad y es que el refrán “somos lo que comemos” tiene su razón de ser.
Cada mes la piel "estrena" células nuevas y en esta renovación juega un papel clave la alimentación ya que, si no das a tu cuerpo los nutrientes necesarios, este proceso no se realiza bien.
Antes de volvernos locas, el mejor consejo es disfrutar de una alimentación variada, basada en alimentos naturales y poco procesados. Así nos aseguramos de que aprovechamos los nutrientes de frutas y verduras, ya que la piel se beneficia del agua, las vitaminas, los minerales y los antioxidantes que aportan. Y, aunque nos guste menos escucharlo, evitar los carbohidratos simples como azúcares y harinas es una buena forma de prevenir el acné y otros problemas dermatológicos; además de las comidas muy procesadas y con un alto contenido en sal que hacen que la piel, además de verse hinchada, se vuelva más seca.
Omega 3
Salmón, sardinas, boquerones, los pescados azules son ricos en ácidos grasos omega 3 y entre otras muchas propiedades reparan las membranas celulares dañadas, protegiendo la piel. Además, previenen la sequedad y reducen los síntomas derivados de la inflamación, como la irritación o la hinchazón.
Según una investigación realizada por la Universidad de Manchester en Reino Unido, consumir Omega 3 ayuda a contrarrestar los efectos negativos del sol e incluso a evitar el melanoma o cáncer de piel. Además, es una fuente importante de astaxantina (el carotenoide que le da el color al salmón), un antioxidante más potente que la vitamina C, que repara los daños provocados por los rayos ultravioleta.
Estos ácidos grasos están presentes en otros muchos alimentos, además de los pescados, como las nueces, las almendras, las semillas de chía o las semillas de lino.
Vitaminas E y F
Las vitaminas son la base de un rostro saludable, hidratado y radiante y es que una de las grandes preocupaciones sobre el estado de la piel que surge durante los meses de invierno es la deshidratación que suele aparecer por las frías temperaturas, el viento y la contaminación.
Las vitaminas E y F son dos grandes aliados ya que actúan como protectores y restauran los daños ya visibles de la dermis.
La vitamina E, considerada como la vitamina de la juventud, actúa como guardaespaldas de otras sustancias y ofrece protección frente a los radicales libres, es decir frena los síntomas del envejecimiento, aumenta la microcirculación, lo que propicia una mayor elasticidad. Avellanas, almendras, cacahuetes, pistachos, aceite de oliva, aguacate, espárragos, brócoli y espinacas son algunos de los alimentos ricos en esta vitamina.
La vitamina F ayuda a restaurar la barrera natural de la piel, además de hidratar, reducir las rojeces y el exceso de grasa, aportando ese extra de hidratación que necesita la piel. Alimentos como el salmón, atún, soja, aceite de oliva y girasol, almendras, nueces o cacahuetes la contienen.
PÓDCAST: ¿CÓMO DEBEMOS CUIDAR NUESTRA PIEL EN INVIERNO?
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