Los maratones planos son, seguramente, los más reclamados actualmente debido a la ávida búsqueda de tiempos mejores. Correr más rápido, sufrir menos, minimizar ese mazazo que nos suele caer en la última parte del maratón es el deseo. Recientemente he participado en dos maratones, el de Nueva York en noviembre de 2022 y en el Zurich Maratón de Sevilla en febrero, el primero duro como ninguno de los que he corrido y el segundo más llano que la palma de mi mano. En ambos he tenido sensaciones diferentes, también debido a mi preparación para cada uno y el ajetreo que he sufrido en cada época, pero mi planteamiento es si siempre un maratón sin cuestas tiene que ser la opción más valorada, porque, en mi caso, y me ha pasado ya más veces allí, he disfrutado mucho más en la Gran Manzana que de los más llanos cuando he ido a rendir por encima de todo.
SIN CUESTAS
Cuando me sumerjo en una preparación para un gran maratón llano, y hablo desde mi experiencia como corredor y exatleta me pongo extremadamente serio con todo lo que tiene que ver con conseguir mejorar mi velocidad de desplazamiento para mejorar mi marca o, al menos, rendir al máximo. Programo varias sesiones de series semanales, ritmos de competición, las tiradas largas en lugares llanos y cómodos y algo de fuerza para mantener el glúteo a raya y no lesionarme. La nutrición a rajatabla, hidratarse, recuperar, etc. Me gusta, porque lo llevo haciendo desde pequeño, y ese gen competitivo no puedo negar que me gusta. ¿Cuál es el problema entonces? Pues que lo limito, o limitamos, solo al rendimiento, y si no cruzamos la meta en el crono esperado nos volvemos a casa con mala cara, además de la que ya se nos pone desde el kilómetro treinta de la prueba.
CON CUESTAS
Creo que mi último maratón de Nueva York ha sido el mejor gestionado de mi vida y en el que más he disfrutado. Tiene muchas cuestas, puentes de tres kilómetros en los que te pasas uno y medio subiendo, te puede pillar un día frío con nieve u otro de 22 grados con 90% de humedad. Pero el ambiente es realmente impresionante y la ciudad se vuelca por completo durante muchos días. Todas las veces que me he apuntado a él he hecho una preparación diferente, más variada y menos centrada en los ritmos y los tiempos. He hecho más cuestas y mezclado circuitos diversos donde no fuera nada cómodo y, en la última ocasión, metí más kilómetros subiendo a ritmos muy, muy buenos. Me divertí, y al no llevar un objetivo de tiempo (aunque sabía bien para qué estaba preparado) mi relajación antes y durante la carrera era mayor.Entonces... ¿Qué prefieres ahora?