No corro el maratón por...

Aspectos que muchos tienen en cuenta cuando deciden afrontar los 42,195 km y para mí son accesorios.

Lo bonita o fea que sea la medalla de finisher es uno de los factores que no deberían condicionar tu experiencia en los 42,195 km. JORDI ANGUERA
Lo bonita o fea que sea la medalla de finisher es uno de los factores que no deberían condicionar tu experiencia en los 42,195 km. JORDI ANGUERA

Jamás entenderé cómo tras pagar una inscripción a un maratón lo que muchos valoran es el contenido de la bolsa de la carrera. Agua, bebida isotónica, quizás un gel, la camiseta de la prueba, un par de panfletos y diversos obsequios que, desde mi punto de vista, aportan poco o nada a la calidad de un evento deportivo. Y sí, ya sé que algunos consideran el precio de esa inscripción un abono por una serie de cosas materiales con las que justificar la inversión personal que cada uno hace a la hora de apuntarse a un maratón, pero una prueba de 42 kilómetros y 195 metros es mucho más que la bolsita de mezclum de frutos secos que te dan con el dorsal. Es el recorrido, es el ambiente, es el formar parte de una masa de deportistas llegados de diferentes lugares para batirse en duelo con una distancia colosal, mágica y eterna. Es todo menos eso que trae la bolsa de la carrera.

MEDALLA DE FINISHER

Vamos a quitarnos las caretas. Las medallas de finisher, salvo honrosas excepciones, solo sirven para acumular polvo en un rincón de tu “espacio maratón”. Y el motivo, desde mi subjetivo y personal punto de vista, es que la mayoría de ellas son feas como el mismísimo demonio. ¡Cómo vas a poner en el salón de tu casa, con lo mono que tú lo tienes, una cosa que brilla y está repleta de sudor! Nunca he entendido todos esos comentarios en redes sociales criticando el diseño de una medalla (o de una camiseta conmemorativa) y cada vez los podemos leer con más asiduidad en las publicaciones de los distintos maratones no solo de España, sino también del mundo. Cómo puede ser que alguien se enfade porque no le gusta la estética de un regalo. Y peor: cómo puedes valorar la calidad de un maratón en función de lo que a ti te parece más o menos bonito...

FOTOS DE LA CARRERA

Una de las preguntas más habituales cuando acaba un maratón es la de “cuándo y dónde vais a publicar las fotos de la carrera”. A mí también me gusta tener un buen recuerdo de los maratones que he corrido, pero no me parece que sea algo exigible a una organización. Pese a ello, es algo que muchos corredores hacen y además con la pretensión de que ese servicio de fotografía no solo sea de calidad, sino que además sea gratuito. Es muy importante valorar el trabajo de los demás y por ello desde estas líneas no puedo más que agradecer la labor que hacen los fotógrafos apostados a los lados de la carretera. Son esos profesionales los que después venden esas fotografías de máxima calidad y que tú, maratoniano, puedes o no comprar. Lo que no puedes hacer es criticar a alguien por querer vender su trabajo. ¿Harías lo mismo si tu carnicero no te quisiese regalar los muslos de pollo?

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