Javier Guerra es uno de nuestros maratonianos de referencia en Europeos (ha sido dos veces cuarto), Mundiales (ha ido a tres) y Juegos Olímpicos (participó en los de Tokio). Pero, como buen corredor de fondo, empezó en las categorías de menores en la distancia que abre las puertas a las de gran aliento, los 5000 metros. En esa prueba, que manejaba sin ningún problema, al igual que el campo a través, llegó a ser campeón de España júnior en 2002. Esta distancia le ha dado alegrías y también algunos disgustos por los que seguramente se animase a ir subiendo de distancias. Pero el atleta segoviano, que llegó a hacer una marca de 13:46.12, conserva los buenos recuerdos de esa distancia que ahora se le hace sumamente sencilla cuando, a sus 39 primaveras, está en plena preparación de los 42 kilómetros.
MI MEJOR 5000
“Mi mejor recuerdo de un 5000 en pista lo acoto al que hice en Gijón en 2002. Esa carrera la tengo en mi mente como una de las mejores de mi vida, seguramente porque ese día hice la mínima que me requerían para acudir al Mundial júnior en Kingston, Jamaica, y además porque era el último día para conseguirla. Acabé muy fuerte la última parte y paré el cronómetro en 14:06.24, una gran marca en esos momentos. Estaba muy centrado y confiado de que el resultado sería positivo porque me encontraba en un gran estado de forma, y después del rendimiento todo fue una explosión de emociones, no en vano iba a acudir a mi primer Mundial, y con esa edad todo es más emocionante. He corrido muchos cincomiles, pero las fuerzas y el ímpetu de ese día las tengo grabadas a fuego y he ido borrando otros momentos que me hicieron no ser tan amigo de la pista de atletismo”.
EL 5K DE MI VIDA
“Con los años, y seguramente por mi conversión al maratón, la distancia se ha convertido en pan comido para mí, incluso a ritmos que siendo más joven se me hacían pesados dando vueltas a la pista. A pesar de todas las veces que he hecho esta distancia tan mítica y de referencias en competición y entrenamientos, mi 5K más satisfactorio lo realicé entrenando para el maratón de Tokio del año 2016. En esas semanas tan duras completé un día una sesión en la que corrí tres veces 5 kilómetros a ritmo de 14:30 de media, acabando más fuerte el último. En esos momentos sentí que podía correr uno solo mucho más rápido que nunca o hacer más cantidad. Me dio muchísima confianza en mi estado de forma y la suficiente seguridad para saber que aquel maratón me saldría bien, como así fue. Entrenar muy por encima de la distancia consigue que sea todo más fácil física y mentalmente”.